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Porque lo digo yo
Columna
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Tiempo al tiempo

Entre pan y chocolate y bocata de tulipán con chorizo llegan los 20. Un momento dorado que desemboca en los treinta, casi sin darte tiempo ni a enterarte de qué ha pasado

Julia Roberts, en el festival de Cannes de 2016.
Julia Roberts, en el festival de Cannes de 2016.Cordon Press

Hay una época en la vida (feliz y despreocupada) en la que el tiempo corre muy despacio. Uno crece sin un horizonte temporal claro, rodeado de abuelos y abuelas, profesores que peinan canas, ministros de cabezas despejadas – por lo de poco pelo – e incluso actores que algún día debieron ser jóvenes pero, ¿quién se acuerda de eso? Son, esencialmente, viejos. Los niños –que son muy filósofos – llegan muy rápidamente a dos conclusiones: que los viejos son los otros, y que siempre serán los otros. El tiempo se encargará de destrozar a las dos. Y al final, a los tres.

Entre pan y chocolate y bocata de tulipán con chorizo – manjares– llegan los 20. Un momento dorado que desemboca en los treinta, casi sin darte tiempo ni a enterarte de qué ha pasado. Entonces es cuando el tiempo entra en aceleración. Y no digamos entre los treinta y los cuarenta. Literalmente, a correr. Y un día, te das cuenta de que un ministro, o un presidente de gobierno – uno de esos que antes te parecían viejos, muy viejos –es más joven que tú. Y que Robert Redford tiene 80, y que David Bowie se muere, y no en un accidente en un Porsche.

Cuando cumplió los 70, Jane Birkin dijo a la revista W que antes de cumplir los 40 estaba muy preocupada, pero que luego llegaron los 50, y después los 60, hasta que le cayeron los 70 – ¡Jane Birkin, setenta años!– y se dijo, “vamos a darles una oportunidad”. Este año les caerá medio siglo a Julia Roberts, Pamela Anderson y Nicole Kidman. Chicas, no os preocupéis: estáis divinas. Y la otra opción es mucho peor.

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