Cuanto más alto, mejor
Johnnie Walker Red Rye Finish mide sus fuerzas con un cóctel de altura inspirado en una de las zonas más exigentes del mundo: la calle 33 de Manhattan
Cuando King Kong se encontró perdido en Nueva York, quiso refugiarse donde siempre lo había hecho: en las alturas. Y el Empire State Building, con sus 102 plantas y sus 443 metros, era el punto más elevado al que pudo encaramarse en una de las escenas más inmediatamente reconocibles de la historia del cine. Todavía hoy el transeúnte que pasea por la Quinta Avenida siente un escalofrío al pasar a la altura de la calle 33, donde se alza el rascacielos más codiciado de la ciudad más deseada del mundo.
Con su arquitectura art déco, sus ambiciosas medidas y su perfil inconfundible, el Empire State es un hito esencial en la geografía de Manhattan y marca una frontera invisible que abre el camino al Nueva York de los rascacielos de altura y las finanzas estratosféricas, el de los edificios increíbles que albergan sedes de grandes corporaciones y también historias de amor como la que Warren Beatty y Annette Bening vivían en Love Affair (1994). ¿Adivinan dónde? En el observatorio del Empire State, un punto neurálgico donde cada día coinciden miles de personas pertenecientes a mundos muy distintos.
Precisamente ese espíritu de mezcla es el que respira Johnnie Walker Red Rye Finish, una edición limitada de Johnnie Walker que pertenece a Blenders’ Batch, una gama de whiskies experimentales que desafía las convenciones y busca nuevos horizontes a través del trabajo de un grupo de expertos liderado por el maestro destilador Jim Beveridge. Johnnie Walker Red Rye Finish se basa en una mezcla de whiskies de malta y de grano, envejecida en barriles de bourbon y afinada en barricas de whisky de centeno. El resultado es un whisky escocés con todo el carácter y la personalidad de los whiskies americanos, y un homenaje al Nueva York más legendario, el del cine negro y la ley seca, el de los rascacielos, el jazz y la fusión de culturas.
Johnnie Walker Red Rye Finish se sostiene por sí solo, pero también admite combinaciones tan innovadoras como Red Rye Espresso Martini, un cóctel que pone a prueba las posibilidades mixológicas del whisky escocés uniéndolo a un ingrediente insólito: el café espresso, verdadero símbolo de una ciudad intensa y siempre apresurada. Posiblemente el cóctel sea así de sorprendente porque es sorprendentemente simple: tan sólo azúcar, café, una pizca de sal y, por supuesto, Red Rye. El resultado es rotundo, poderoso y lleno de emoción. Exactamente igual que las alturas de vértigo y los sueños infinitos que comienzan para muchos al cruzar la frontera invisible de la calle 33.
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