Madrid-Barcelona Connection: ver y dejarse ver

Tanto monta MAD como BCN

Si uno quiere estar al tanto de lo que se cuece entre Madrid y Barcelona, Messi y Cristiano, la CUP y el PP no hay como hacer el trayecto en uno u otro sentido en el AVE, clase preferente, pero no Club (por demasiado discreta). De cuántas estrategias político-empresariales confidenciales no nos habremos enterado, y de cuántos jefes no habremos escuchado lo gilipollas que son. Déjense de espionajes en plan Mortadelo y súbanse a un vagón. Y si les toca el de silencio, da igual. La mayoría de los viajeros no se da cuenta de que ahí no se puede hablar.

Salir en Madrid

Hay gente que no conoce otra cosa que la calle Jorge Juan. Arrancan a la hora del almuerzo en La máquina, suben un poquito hasta el cerrado Alkalde —¿quién se lo quedará?—, doblan hacia el callejón, pasan por El paraguas, cambian de acera, saltan a Quintin, y recalan, finalmente, en Amazónico, el local de moda. Tres de estos restaurantes-faro madrileños son de la misma propiedad. Y en el sotanillo de Amazónico uno puede ver ( o no, porque está bastante oscuro) a lo más granado del famoseo nacional.

Salir en Barcelona

Jaime Beriestain es un chileno cosmopolita que después de triunfar como interiorista en la capital catalana montó un café restaurante con su propio nombre hace dos años que se ha convertido en lo que los norteamericanos llaman the place to be. Ahora, para los que frecuentan el eje Madrid-Barcelona, lo último es hacerse socio de Soho House, un club para almas creativas (y capaces de abonar la, ejem, cuota) en pleno Barrio Gótico con vistas al mar y con gimnasio, spa y sala de cine. Un concepto que triunfa de Miami a Estambul. Barcelona, gracias, sobre todo, a Rosa Esteva y sus restaurantes del Grupo Tragaluz, llevaba cierta ventaja a Madrid en el tema comer, beber, ver y dejarse ver. Pero Madrid se ha puesto las pilas. A ver…

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