Lola Herrera, cocina de entreacto
Lleva en ruta desde agosto con su nueva obra, aunque en realidad la gran gira de su vida profesional se prolonga ya 61 años: 732 meses sobre las tablas, 22.265 días de nervios y ensayos. Ahora, Lola Herrera acaba de recalar en el Bellas Artes de Madrid con La velocidad del otoño, donde permanecerá en cartel hasta el 26 de marzo, acompañada de Juanjo Artero y bajo la dirección de Magüi Mira. Llegado este punto, cuenta que “estaba deseando” aterrizar en la capital y asentarse unos meses. “La carretera es tremenda”, dice mientras comienza a preparar una de sus especialidades: los pimientos rellenos de carne. Como tantos cómicos, la vallisoletana (1935) sabe bien de las dificultades de comer saludablemente cuando se pasa mucho tiempo fuera de casa. “Veo una carta y se me saltan las lágrimas”, confiesa entre risas. “No sabes qué pedir y además todo está muy condimentado. A mí me gusta la comida muy natural, con pocos añadidos”.
Su receta, de esas de toda la vida, cumple a la perfección el requisito: ingredientes escasos pero de calidad. ¿Es ese –le pregunto– el secreto de una vitalidad que se antoja inagotable? “No hago nada en particular”, contesta. “Trabajo mucho, y creo que eso me da mucho ánimo”. Cumplidos los 81, la actriz intuye que detrás de su excelente forma hay también “una buena genética, heredada de mi madre”. “He fumado hasta muy tarde y fumaba muchísimo”, revela. “Pero desde hace 20 años me cuido todo lo que puedo”. De carácter firme y decidido, Herrera da vida en su actual función a un personaje que en cierto modo se le parece mucho: como ella, la protagonista de la obra es artista, y también le sobran la pasión y el ingenio. “El problema es que sus hijos quieren sacarla de su casa”, explica, “pero ella es una mujer que no quiere doblegarse a lo que los demás decidan, sino que quiere disfrutar de su independencia hasta el final”.
La propia intérprete es muy consciente de la importancia de mantener un espacio propio, así como de las dificultades con las que se encuentran muchas personas mayores para poder demostrar su valía. “Se ha conseguido que vivamos muchos años, y esto ha sido un exitazo de la medicina, pero la sociedad no actúa en consonancia con todo esto”, dice ante una cuestión que la tiene “preocupadísima”: “¿Qué se va a hacer con tanta gente tantos años?”. “Habrá que estructurar una sociedad en la que a las personas mayores de 65 se les dé opción a hacer cosas, y remuneradas”, reivindica la actriz, que protesta además por sentirse parte de “un colectivo poco querido por los que administran el país”. “La tienen tomada con nosotros”, sentencia. “No nos valoran, porque esto de hacer teatro es un oficio de saltimbanquis para ellos”.
Versada también en el cine y la televisión, Lola Herrera se siente especialmente cómoda en el medio escénico. Prefiere que no la llamen “dama”, sino “mujer de teatro”. Sobre el escenario, con la mirada posada en la brillante luz que emana del patio de butacas, asegura que se experimenta una “comunicación” especial con el público, una suerte de conexión “maravillosa”. Por eso resulta “fundamental llevarlo a domicilio, a las ciudades, porque no todo el mundo tiene dinero para venir a ver teatro a Madrid”. Un compromiso así con la audiencia conlleva también un precio, como el fastidio de tener que saltar cada día de restaurante en restaurante. “Desde las pensiones hasta las casitas de comida casera, desde los pequeñitos hasta los más grandes, los actores hemos hecho todo el recorrido”.
En el teatro, al contrario que en otras formas de arte, de todos los viajes, estrenos y giras, al final “no queda nada, solo el recuerdo de la gente”. “Se trata de un intercambio de sensaciones y estados de ánimo a través de un texto”, apunta Herrera, que opina que esta forma de trabajar, sin producir resultados tangibles, es para los actores todo un “ejercicio de humildad”. “Este es un oficio en el que se sufre, aunque hablo de sufrir entre comillas”, dice. “Cuando te atascas y no consigues conectar con tu personaje, eso te crea una cierta ansiedad. Lo bueno es que, normalmente, son angustias que solo duran 48 horas”.
Pimientos rellenos de carne
3 euros por persona
Ingredientes
Para 4 personas
- 8 pimientos del piquillo en conserva
- 250 gramos de carne de ternera picada
- 250 gramos de carne de cerdo picada
- Dos dientes de ajo
- Harina
- Cuatro huevos
- Tres tomates maduros
- Aceite de oliva
- Pimienta negra en polvo
- Orégano
- Sal
Instrucciones
Picar los dientes de ajo y freír en el aceite caliente.
Cuando empiecen a dorarse, añadir la carne picada previamente salpimentada.
Rellenar los pimientos con la carne y cerrarlos con un palillo.
Rebozar los pimientos en harina y huevo. Freír. Retirar y reservar.
Rallar los tomates, salar y freír.
Verter la salsa de tomate sobre los pimientos y espolvorear un poco de orégano.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.