Fútbol y viceversa
La primera parte del Valencia - Barça fue un festival de lesiones, goles mal concedidos, expulsiones y bronca
La primera parte del Valencia - FC Barcelona de la semana pasada fue un festival de lesiones, goles mal concedidos, expulsiones no pitadas y bronca. Al descanso, la cadena que lo emitía conectó con el palco. Iban a tomar el pulso al juego a través de la opinión del algún notable que no tuviera problema en ser entrevistado mientras los demás notables se trajinaban el jamón. La notable elegida fue Tamara Gorro. Google dice que fue tronista y que está casada con Garay, jugador del Valencia. Tamara, nacida en Segovia en 1987, estaba indignadísima con el árbitro. Fue subiendo el tono, hasta hacerse su discurso tan incómodo que tuve que salir al balcón a fumar. Las tonterías son como los hijos; uno solo debe soportar las suyas, pensé. Al volver, Tamara ya era trending topic.
Siguió el partido y siguió el aquelarre en Twitter. Reírse de la chica fue divertido hasta que fue machista. Entonces, me puse de su parte. Después de todo, el gol del Barça era ilegal y el pecado de ella era simplemente ser como los orientales, que le gusta más seguir a un jugador que a un equipo. Tamara sigue a su marido, lo que puede ser algo ingrato si a este le da por fichar por el Zenit de St Patersburgo y te toca gastarte una millonada en ropa de abrigo. Ahora el chico juega en el Valencia, y ella, enfadada por tener que subir todos esos plumas en Wallapop, la paga con el árbitro. Lógico. Pero entonces Tamara colgó un post en Instagram que daba ganas de arrancarse los ojos con alfileres ardiendo y luego arrojar los a una olla llena de mezcal. Inmediatamente, me pareció fabuloso que el gol de Messi fuera ilegal. El fútbol es así.
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