La policía investiga la bodega de Sting por explotar refugiados
La denuncia apunta a que en la finca entre 30 y 40 personas trabajaron en condiciones cercanas a la esclavitud. El fiscal considera que el cantante "no tenía conocimiento del hecho"
La policía italiana investiga una red mafiosa que explotaba a inmigrantes sin papeles, obligándolos a trabajar largas jornadas a menos de cuatro euros la hora, en empresas vinícolas de la Toscana. Una de las bodegas en las que operaba era Il Palagio, cuyo propietario es el músico británico Sting.
A pesar de que se investiga cómo entre 30 y 40 personas pudieron haber trabajado en sus campos en condiciones cercanas a la esclavitud, Sting queda fuera de la pesquisa. El fiscal, Antonio Sangermano, considera que el cantante “no tenía conocimiento de este hecho y ni siquiera estaba en Italia en el momento”. Aunque no es sospechoso de ser el responsable de la contratación ilegal, sí se ha mostrado afectado por la investigación y por unas prácticas que ha denominado “cuestionables”. Precisamente en su nuevo disco, 57th & 9th —que saldrá a la venta el 11 de noviembre— el antiguo vocalista de The Police dedica una canción, titulada Inshallah, a la crisis de los refugiados.
“Espero profundamente que la ley italiana siga su curso y lleve el asunto a los tribunales”, dijo el artista en declaraciones al diario británico The Telegraph, que denunció los hechos. Se mostró “entristecido y angustiado al saber que una empresa independiente de leasing”, con la que trabajaba como productor de vino, “pudiera haber estado involucrada en prácticas laborales cuestionables”, añadió.
Sting es propietario de Il Palagio desde hace 25 años. Su vino más reconocido lleva el nombre Sister Moon —al igual que la canción— y el pasado mes de febrero logró entrar en la lista de la revista especializada Wine Spectator, que lo incluía entre los 100 mejores de la península Apenina. Al igual que él, decenas de empresarios están relacionados con esta operación.
La investigación de la policía señala que los refugiados tenían jornadas de hasta 15 horas al día y con sueldos de cuatro euros la hora. Además, ni siquiera contaban con la vestimenta adecuada y llegaban a calzar sandalias incluso durante el frío del invierno. Uno de los episodios que ahora se estudia es el de un joven que como consecuencia de un percance se rajó la garganta con un gancho y fue obligado a decir en el hospital que se trató de un accidente doméstico.
Los cabecillas de la trama investigados son italianos y pertenecen a la familia Coli, propietaria de la hacienda vinícola Coli Spa, situada en Tavernelle Val di Pesa. Están acusados de utilizar a refugiados, en su mayor parte procedentes de África, y de explotarlos en los viñedos de los que salen los vinos toscanos. Para captarlos, contaban con un grupo de paquistaníes que reclutaban a los solicitantes de asilo necesitados de ingresos. Cada día, los llevaban de madrugada en camiones hasta los campos en los que tenían que trabajar.
La fiscalía ya ha dispuesto medidas cautelares contra los 11 principales sospechosos, acusados de crear una asociación delictiva dirigida a cometer infinidad de delitos, como reclutar a ciudadanos no comunitarios y explotarlos de manera ilegal, además de delitos de estafa, emisión de facturas falsas, fraude y obstaculizar la investigación.
Los sucesos comenzaron a investigarse en 2015, cuando dos jóvenes llegados de África denunciaron a la policía que había medio centenar de inmigrantes indocumentados trabajando de manera ilegal en distintas empresas agrícolas de la zona. Además de todos los delitos de abuso laboral y contratación ilegal, en esta gran operación en las provincias italianas de Prato, Florencia, Módena y Perugia también se investiga si los vinos que vendían estas empresas, los famosos Chianti, estaban adulterados y si su producción podría haber recibido subvenciones públicas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.