Uso de la infancia
Hay sentencias que obligan a los niños a cambiar de familia de un modo drástico, sin periodo de adaptación, sin tener en cuenta sus emociones. Siendo adultos, ¿cómo nos sentiríamos si, de pronto, nos dijesen que nuestra familia es “otra” y que hemos de integrarnos en ella de la noche a la mañana? Pondríamos el grito en el cielo, reclamaríamos un cambio en las leyes. Pero el niño está indefenso, sin voz ni voto, y no es justo que lo utilicemos como una mercancía, pasando de mano en mano, sin atender a sus emociones, en un periodo de su vida que va a influir en la formación de su carácter. Y si la ley así lo establece, habría que revisarla.— Susana Benet. Valencia.
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