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Tentaciones

Aramís Fuster, velas negras, nabos y otros 'brujos locos' de la televisión

Recopilamos a todos los magos de lentejuela y brillantina que siguen captando a sus fieles desde las esquinas más inopinadas de las parrillas televisivas

Sergio C. Fanjul

No cabe duda de que Aramís Fuster, la autodenominada "máxima autoridad mundial en materia de ocultismo", tiene grandes poderes. El poder de rapiñar unos minutos de fama televisiva, el poder de embaucar a los incautos y el poder de repeler a los escépticos de cabeza mejor amueblada. El poder de haber llegado a grados de horterismo estético que deberían haber competido con categoría propia en los últimos juegos olímpicos.

Aramís crece y decrece, como el Guadiana, así que hace poco reapareció en la parte más castigada de la parrilla televisiva. Contó la hechicera, que compareció sin su colorido atavío habitual y bastante desmejorada, historias tremebundas sobre cánceres, intentos de suicidio, mendicidad y desesperación. Si todo esto es cierto, apiadémonos de ella. Pero ni siquiera los sesudos analistas más perspicaces de Sálvame, como son Mila Ximénez o Kiko Matamoros, dieron crédito a sus sufrimientos y juzgaron que solo buscaba dinero y notoriedad.

No es lo mismo un mago que un magufo

La vuelta de Aramís, sin embargo, nos sirve para dar un repaso a algunos de los más notorios magos y pitonisos, embaucadores y vendedores de humo, que ha dado la televisión española. Ojo, no confundir con los otros magos, ilusionistas y mentalistas que, como los grandes Pepe Carroll, Juan Tamariz o Anthony Blake, nos han entretenido con el engaño de los sentidos sin arrogarse ningún poder sobrenatural. Porque no es lo mismo un mago que un magufo. Estos últimos además de decirse en posesión de diversos poderes adivinatorios, filtros de amor, facultades alquímicas o astrológicas, velas mágicas, talismanes y todo tipo de sortilegios, pretenden alcanzar fama y lucrarse a costa de los problemas que nos atribulan.

Se decía vidente de las hortalizas y solía lucir ramitas de perejil colgando de las orejas o cualquier otro producto de la huerta sobre la calva

Sandro Rey, bendiciones y buenas noches

Tal vez la última gran figura en este ámbito haya sido Sandro Rey, un hombre de facciones cinceladas en mármol y melena envidiable, que tiene un asombroso parecido con Iggy Pop. Pero si el anciano punk decía aquello de "I wanna be your dog", Rey era más de despedirse en su programa de madrugada con el lema "bendiciones y buenas noches". Nadie miraba a la cámara con la intensidad del draculino Sandro Rey, nadie resolvía con ese carisma y elegancia élficos las cuitas que le proponían sus víctimas de medianoche, sobre todo cuando utilizaba las "gafas radiónicas desarrolladas por científicos" que amplificaban sus dotes naturales otorgándole "videncia extrema".Nadie unió con tal solvencia el desparpajo y la caradura.

Paco Porras y las hortalizas

Dentro de casi el más puro cachondeo hay que recordar la menuda silueta de Paco Porras que, miembro del movimiento cultural de los años 90 denominado tamarismo y habitual de Crónicas Marcianas, se decía vidente de las hortalizas y solía lucir ramitas de perejil colgando de las orejas o cualquier otro producto de la huerta sobre la calva. Ignoro si Porras (que tenía un delicado aire a los Pet Shop Boys) se tomaba en serio a sí mismo, pero desde luego con aquella actitud bufonesca parecía tirar piedras (o verduras) contra su propio tejado.

Bruja Lola y sus velas negras

"Te voy a poner una vela negra", era el grito de batalla de otra vidente del ámbito friki, la afamada Bruja Lola, en cuyo programa de adivinación telefónica eran comunes las llamadas de trolls que trataban de dejarla en evidencia y enfurecerla. Es cuando ella les llamaba "basura" y les amenazaba con las citadas velas, que les traería insoportables dolores e indescriptibles desgracias.

Imagen de 'El castillo de las mentes prodigiosas' (2004).
Imagen de 'El castillo de las mentes prodigiosas' (2004).

Rappel y los 'realities'

Si hablamos de telepitonisos mención aparte merece el decano de la profesión, Rappel, el adivino amigo de los famosos (al parecer le leyó el futuro a Severo Ochoa, Tita Cervera o Dolores Ibárruri, Pasionaria), un hombre con el que hemos convivido tanto y ha mostrado tal simpatía que casi es inevitable respetar, aunque vista esas imposibles túnicas (empezó como diseñador de moda) y aquellas estrambóticas gafas que tenían las patillas así como al revés. En sus últimas participaciones en realities, además, mostró una actitud agradable y comprensiva, muy propia de las abuelitas de la ficción. Por cierto, hablando de realitys: en 2004 un programa televisivo, en Antena 3, reunió a buena parte de la troupe adivinatoria, se llamaba El castillo de las mentes prodigiosas (no sé si era ironía). Ahí, además de algunos de los citados, encontrábamos a la tarotista Josefina Valero, el vidente Santi Molezún, el astrólogo Profesor Mercury o el ocultista italiano Divino Otelma. No duró mucho en antena.

Pero, bromas aparte, hay que señalar que, aunque a los descreídos estos personajes pueden resultarnos seres entrañables y muy socorridos a la hora de proporcionarnos risas, lo cierto es que existe un sector de la población que cree en sus poderes o en los de muchos otros videntes que se anuncian en escondidos programas de madrugada, páginas webs o anuncios de periódico. De hecho, hay periódicos serios que aún incluyen el horóscopo entre sus páginas. Y aunque mucha gente lee los horóscopos por pura diversión, hay quien se los toma en serio: total, si sale en la prensa, por algo será.

En el lado positivo hay que señalar que si bien hace no tantos años se trataban temas esotéricos y misteriosos (véase ovnis, posesiones demoníacas o caras de Bélmez) en programas e informativos serios, hoy, en una sociedad un pelín más escéptica, han sido relegados a espacios especializados o revistas temáticas. Cabe destacar la labor del ilusionista estadounidense James Randi, que ha dedicado parte de su carrera a desenmascarar fraudes esotéricos, ocultistas o pseudocientíficos. Su fundación ofreció durante años un millón de dólares a quien demuestre la existencia de algún poder sobrenatural. Nadie se llevó el botín.

Johannes Kepler, que describió matemáticamente la órbitas de los planetas del Sistema Solar, era astrólogo

Hubo un momento en que la magia sí tuvo cierto sentido, antes de la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII, cuando era un método (ineficaz) de comprender y manipular el mundo. De hecho, la magia natural, esa que operaba con las fuerzas ocultas de la naturaleza, tuvo mucho que ver con el nacimiento de la ciencia moderna, como señaló la historiadora británica Frances Yates y recuerda el divulgador científico Philip Ball en su muy recomendable último libro El peligroso encanto de lo invisible, publicado por Turner. Los magos naturales comenzaron a estudiar el magnetismo, la astronomía surgió del trabajo de los astrólogos, así como la química de la alquimia. Buena parte del trabajo de Isaac Newton, además de sus aportaciones a la óptica, las leyes de la mecánica y de la gravitación, consiste en estudios alquímicos o bíblicos. Johannes Kepler, que describió matemáticamente la órbitas de los planetas del Sistema Solar, era astrólogo.

Sin embargo, con la irrupción del método científico, del experimento y el contraste con la realidad, los viejos conocimientos mágicos (la leyes de atracción, de simpatía, de semejanzas, los conjuros, los hechizos y los sortilegios, sobre todo, la adivinación) se revelaron falsos. El antropólogo James Frazer la llamó la "hermana bastarda de la ciencia". Pero hete aquí que siglos después, y en paralelo a los increíbles avances de la ciencia que han cambiado para bien o para mal la faz del planeta, resisten estos magos de lentejuela y brillantina, captando a sus fieles desde las esquinas más inopinadas de las parrillas televisivas.

Hay quien argumenta que estos adivinos ayudan a sus víctimas y les ofrecen un rayo de esperanza. Probablemente en muchos casos sea así, pero existen multitud de opciones para los desesperados pero, con toda seguridad, esta tiene más que ver con el engaño a través de burdos artilugios como son la vela negra o el nabo en el que se puede leer el futuro.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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