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LA OTRA FOTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Qué cansado es descansar

Las playas se llenan cada vez más de propuestas que, como el flyboard, permitan llenar las horas de un día de veraneo

Javier Rivas
Uno de los participantes en la exhibición de flyboard en el lago suizo de Sion.
Uno de los participantes en la exhibición de flyboard en el lago suizo de Sion.Oliver Maire (Keystone/AP)

La fotografía de arriba fue tomada ayer durante una exhibición en un lago artificial de Sion, en Suiza, pero cualquier lector que haya recorrido —o, si es afortunado, siga recorriendo— este verano un paseo marítimo español se habrá encontrado casi con seguridad con el aparato. Se llama, como muchos sabrán, flyboard, lo inventó en 2012 el campeón francés de motos de agua Franky Zapata y básicamente consiste en elevar en el aire una tabla —y a quien sobre ella se coloca— gracias a la presión de un chorro de agua que conduce una manguera desde una moto de ese tipo. Mayores especificaciones técnicas y artísticas son fácilmente accesibles —como todo— en Internet, empezando por la web de la empresa de su creador (zapata-racing.com).

Como su muy lejano antepasado vacacional, con el que sigue conviviendo, el pedalo para cuatro con tobogán, el flyboard cubre una peculiar necesidad del turista playero: llenar todas las horas haciendo algo. En contra de lo que pueda parecer, veranear en uno de los grandes arenales patrios tiene más de ardua labor que de descanso, una suerte de ofrenda compensatoria al dios de la productividad por su magnanimidad durante unos días con su sufrido pueblo. Y las playas se llenan de propuestas (seudo)deportivas de todo tipo para crear, junto a ir al chiringuito y buscar moluscos en la orilla, la sensación de haber disfrutado de un memorable día de asueto. Eso de ir al mar para sencillamente bañarse en él —y entre un chapuzón y otro leer un libro— parece en franca retirada. Lavorare stanca, dijo Pavese, pero en estos estíos de nuestro desconcierto no trabajar cansa aún más.

Por 100 euritos de nada (precios de Torrevieja), uno puede gracias al flyboard sentirse durante media hora cercano a esas estrellas del vacío absoluto que llenan el cuché. Y más fácil que recordar en el velero cuál es babor y cuál estribor.

¿Es el flyboard un deporte o un simple pasatiempo chorra? Por lo pronto, desde 2012 cuenta con su correspondiente Mundial —con la empresa de Zapata en la organización, que para eso sabe—. El próximo está previsto en Florida para el mes que viene. ¿Llegará a ser olímpico, con sus himnos y sus oros? Bueno, también el skateboard parecía una diversión de críos y ahí le tienen en Tokio 2020...

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Sobre la firma

Javier Rivas
Forma parte del equipo de Opinión, tras ser Redactor Jefe de la Unidad de Edición y responsable de Cierre. Ha desarrollado toda su carrera profesional en EL PAÍS, donde ha trabajado en las secciones de Nacional y Mesa de Cierre y en las delegaciones de Andalucía y País Vasco.

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