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Toros y nazismo

Es sabido que la polémica entre defensores y detractores de las corridas de toros ha alcanzado en nuestro país un alto grado de virulencia. Prueba de ello son las terribles reacciones que generó en las redes sociales la muerte del torero Víctor Barrio, corneado en la plaza de toros de Teruel el 9 de julio. El martes, un artículo escrito al hilo de la muerte de Barrio que se publicó en la web de la sección de Cultura desató en poco tiempo un auténtico vendaval de quejas.

El artículo, firmado por el periodista y escritor Francisco López Barrios, se titulaba Animalismo, nazismo, izquierda, y muchos lectores contrarios a los toros lo interpretaron como un intento de comparar sus posiciones con las de los nazis, a los que el autor traía a colación cuando, entre otras cosas, recordaba: Adolf Hitler y su lugarteniente Himmler publicaron las primeras leyes animalistas del continente europeo.

No es misión mía como Defensora de Lector entrar en el terreno de las opiniones, pero quiero recoger aquí algunas de las quejas que provocó el artículo y que se resumen en el correo que me envió un lector, Víctor Simón Castejón, en el que dice respecto a dicho texto: El mismo título busca crear una relación entre dos términos antagónicos como son nazismo e izquierda y a su vez asociarlos con la defensa de los derechos de los animales. Resulta casi inconcebible encontrar, en un artículo pretendidamente serio, una reductio ad Hitlerum: puesto que el régimen de Hitler aprobó las primeras medidas que podríamos calificar de animalistas en Europa, la defensa de los derechos animales es algo propio de nazis y darwinistas sociales. ¡Bravo! Cabe suponer que la pintura de edificios y paisajes, que Hitler cultivó antes de su entrada en política, es otra muestra incontrovertible de nacionalsocialismo.

Quejas similares me han enviado José Martínez, Enrique Hidalgo, Manuel Palacios, Israel Mármol, Laura Calzada y un largo etcétera de lectores. Me he sentido profundamente ofendido por la comparación que hace el autor del mencionado artículo entre los animalistas y los nazis, escribe Gonzalo Fernández Marcos. Los artículos de opinión que publica EL PAÍS representan solo el punto de vista de quien los firma, aunque es obvio que el diario no da cobertura a todas las opiniones, y que asume la responsabilidad de lo que publica bajo su cabecera.

Las ha asumido también en el caso de varias columnas firmadas por Julio Llamazares y Manuel Vicent, sumamente críticas con las corridas y sus defensores, que provocan invariablemente alguna carta de protesta de lectores aficionados. EL PAÍS cuenta, como saben, con un crítico taurino que publica sus crónicas bajo el epígrafe La Lidia, y entre sus lectores no son pocos los aficionados a la tauromaquia.

Entiendo que el problema, en este caso, lo ha provocado la inclusión del nazismo en la argumentación del autor. La mención a Hitler, que simboliza hoy día el mal absoluto, equivale a demonizar todo lo que se compara con su él.

Comentarios

Es que al margen de ser antitaurino o no serlo, intentar ofender de esa manera a las personas que nos consideramos animalistas no es de recibo.
Los nazis no eran toreros, simplemente eran asesinos de seres humanos. Ahora bien, está claro que el toreo deja de ser arte cuando el animal es convertido en un juguete del sadismo... No entiendo esa clase de goce de clavar lanzas y espadas sobre un animal indefenso. Imaginen por un momento que unos extraterrestres se diviertan convirtiendo a los seres humanos en simples animales asesinados.
Los seres humanos en muchos sitios, somos definidos como animales racionales.Se supone que lo de racionales viene dado por el avance cultural que ha experimentado en género humano a lo largo de la historia.Desde la época prehistórica de las cavernas hasta la conquista del cosmos y la informática.Sin embargo el rastro de violencia animal sigue marcado a fuego en nuestra genética, y ahí están esos festejos fijos anuales llamados taurinos, de muchas poblaciones de nuestra geografía nacional.Bajo el epíteto de arte, o fiesta nacional.El toro es un negocio muy rentable que se sufraga con dinero público de nuestros ayuntamientos.Aunque se produzcan victimas humanas y muertes como consecuencia de dichos actos.Es el culto a la sangre.Todo hecho legalmente con el visto bueno de la autoridad competente, los llamados festejos a ciento ochenta mil euros por celebración y a cinco mil euros por res.Si hay víctimas por asta de toro, se les lleva al hospital.Y si hay muertes, pues se les entierra.Hasta el año siguiente.

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