_
_
_
_
CLAVES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Guardianes o salvadores

La sorprendente resistencia del PP el 26-J se debe a una rocosa base de conservadores

Jorge Galindo
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy.
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Hay dos maneras de ser conservador. Uno puede desear que las cosas permanezcan como están, buscar la estabilidad, guardar y preservar aquello que se tiene. O, por contra, puede intentar recuperar lo que, supuestamente, se ha perdido. Los reaccionarios se ocupan de definir un pasado ideal (e idealizado), de señalar a los culpables de su pérdida y de clamar venganza. En el eslogan de Trump, Make America great again, la palabra clave es “again”:otra vez. Es un salvador autoproclamado. La derecha populista que triunfa a lo largo y ancho de nuestro continente sigue esta línea, dejando fuera de juego a los conservadores tradicionales: ¿cómo osáis defender el orden establecido, les echan en cara, si ese orden ha puesto nuestro mundo del revés?

Pero hay una luz en la tempestad conservadora. Quién lo iba a decir, lo sostiene Mariano Rajoy. Cierto es que entre 2011 y 2015 el PP perdió 3,5 millones de apoyos. Sin embargo, la mayoría de los mismos eran centristas, liberales, moderados o votantes de bajo perfil. Su sorprendente resistencia el 26-J se debe a una rocosa base de conservadores: del 7 al 10 en la escala ideológica, viejas clases medias de edad más bien avanzada. En el plano económico, estos votantes no se han visto castigados en exceso por la crisis. En el social, parecen contentarse con mantener un equilibrio de valores no demasiado restringido en frentes donde sus correligionarios franceses, austriacos o suecos se muestran más deseosos de volver atrás. Gracias a ellos, el PP mantiene el tono.

Paradójicamente, el éxito de Rajoy domina las ansias reaccionarias, que por supuesto existen en España, pero que prefieren la estrategia de ejercer su influencia dentro del PP porque fuera hace mucho frío (electoral). Esa es, probablemente, la buena noticia. La no tan buena es que, gracias a este equilibrio, el partido dominante en nuestro país es uno que basa su estrategia en hacer tan poco como sea posible, en reducir los cambios a lo mínimo exigido frente a otros dos tercios del electorado que piden más. Es eficaz, pero peligroso, pues uno nunca sabe si el descontento aupará algún día a un salvador. @jorgegalindo

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_