John Casablancas, el hombre que amaba a las mujeres
El fundador de la agencia Elite hizo que las modelos pasearan su imagen más allá de la pasarela. Un documental repasa ahora su vida
Creó a las supermodelos. Cindy Crawford, Linda Evangelista, Naomi Campbell y Claudia Schiffer crecieron bajo su potente marca Elite, la agencia de modelos que cambiaría para siempre las reglas de juego. John Casablancas fue un tipo guapo, rico y estuvo rodeado de mujeres, pero vio truncada su imagen de triunfador con la emisión de un reportaje de investigación de la BBC inglesa en 1999 que vinculaba a su agencia con drogas y favores sexuales. Casi tres años después de su muerte a los 70 años por cáncer en 2013, llega por fin a los cines franceses el esperado documental sobre su vida: John Casablancas, el hombre que amaba a las mujeres. Dirigido por Hubert Woroniecki, colega y viejo conocido de Casablancas, busca redimir al personaje para devolverle lo que, según el director, le pertenece. “Quería retratar el lado bueno, porque he visto cosas ridículas. Fue una gran época. Evidentemente el negocio era menos serio de lo que es hoy, pero porque el mundo era mucho menos serio entonces. No había crisis, no había guerras, la gente solo se preocupaba de ir a la disco y de pasarlo bien por la noche. Era un periodo diferente, y juzgarlo solo por los extremos y concluir que fue horrible, no, de verdad, yo trabajé en Elite en los años ochenta y te prometo que pasé un tiempo estupendo allí”, insiste vehemente al otro lado de la pantalla vía Skype.
Él y Casablancas coincidieron por primera vez de veraneo en Ibiza cuando el director tenía 16 años. Ocho después se reencontrarían en Nueva York (EE UU), donde Woroniecki emigró para incorporarse a la agencia: “Estar allí te daba acceso a cualquier cosa o persona. Imagínate lo que significaba para un estudiante recién aterrizado poder acabar cenando con Mick Jagger [vocalista de The Rolling Stones] una noche cualquiera.”
Su versión dibuja un panorama menos truculento que el que pintaba el reportaje de la BBC, esa prensa que paradójicamente tan buenos réditos le dio. “A John le encantaba usarla. Sabía que lo importante es ser famoso”. Y fue precisamente ahí donde radicó el secreto de su éxito. Convirtió a las modelos en una marca trabajando el vínculo que se creaba entre ellas y el público. Las sacó a la calle para que pasearan su imagen más allá de la pasarela y las páginas de los anuncios, convirtiéndolas en celebrities.
Con un montaje trepidante, el documental parece el bosquejo perfecto para una serie a lo Mad Men: logos que son falos, fiestas sin fin y Casablancas a lo Don Draper. La película se sostiene visualmente por material inédito de la época, la mayoría atesorado por su asistente de toda la vida, Lorraine Caggiano. Se completa con escenas animadas que ilustran de forma idealizada lo que la falta de archivo no puede contar: la pérdida de la virginidad o el fin de la polémica relación con la entonces menor de edad Stephanie Seymour (el descubrimiento de su relación con la modelo de 15 años cuando él tenía 41 terminó con su segundo matrimonio en 1983). Aunque lo que dota de mayor peso a la película es la voz en off del propio Casablancas contando su vida en primera persona: “Nací por casualidad en Nueva York. Soy francés con alma catalana y nacionalidad americana”. Y es que más allá de recortes procedentes de telediarios o programas de televisión de la época, John Casablancas, el hombre que amaba a las mujeres no ofrece otras miradas que la de su protagonista.
Woroniecki, formado en la escuela de cine polaca donde estudió el reputado cineasta Krzysztof Kielowski, se justifica: “No soy periodista. Soy director y me gusta contar historias”. Ese punto de vista ha gustado a algunos y enervado a otros tantos: “Para mucha gente he hecho algo extremadamente políticamente incorrecto, darle a este hombre la oportunidad de contar la historia de su vida sin ponerle un oponente.”
Sacar adelante el proyecto no ha sido fácil. Ha necesitado seis años para acabarlo. Lo empezó en 2009 y en 2012 grabó la voz de su protagonista antes de saber de la enfermedad que lo aceleraría todo. Ese mismo año, Casablancas le contaba por teléfono que le habían dado seis meses de vida. Al colgar, Woroniecki dejó todo lo que estaba haciendo para concentrarse en la película: “Quería que viera el primer montaje”. En 2013, hicieron el visionado juntos en Río: “Murió semanas después de verlo y fue muy emotivo.” De todo lo rodado, se queda con la escena final. En ella John, grabado por su última mujer, pasea divertido rodeado de nieve en Nueva York. De fondo suena Is This It cantada por su hijo Julian, de la banda The Strokes. “Unos se van, otros vienen”, explica Woroniecki.
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