_
_
_
_
Tentaciones
_

Destinos de vacaciones para dejar de ser un 'yonqui' del móvil

Lo último en EE UU son unos campamentos de verano para adultos, con actividades, talleres, baile... Y sin ningún dispositivo a mano ni poder decir tu nombre. Cada vez surgen más propuestas para desintoxicarnos de lo digital

Camp Grounded

Nada más llegar a Camp Grounded, un conjunto de cabañas en el bosque de Mendocino, 250 km al norte de San Francisco, un puesto de "desintoxicación tecnológica" recibe a los visitantes. Allí, dos personas vestidas con mono blanco "confiscan" móviles y dispositivos varios. La Gestapo de lo digital. Desprovistos de aparatos, sin poder decir su nombre real o hablar de sus profesiones, los campistas se encuentran con una increíble variedad de actividades analógicas con las que pasar los cuatro días de estancia, por los que han pagado 600 dólares. Talleres de origami, tiro con arco, fabricación de velas, bordados, lecciones de hip-hop o baile de salón, cuerda floja, ukelele... Camp Grounded es una especie de paraíso hippy en el que olvidarse del continuo ruido de redes sociales, correos electrónicos y mensajes instantáneos, donde "desconectar para reconectar", como reza su lema. O una pesadilla para los aquejados de FOMO (el síndrome de "miedo a perderse algo", en sus siglas en inglés Fear Of Missing Out).

"La idea no es solo dejar la tecnología por unos días; es aprender a estar en el momento. No puedes usar el móvil para rellenar un silencio incómodo, o hablar de tu trabajo, o dar tu nombre, porque no queremos que el campamento se use para hacer networking. Tampoco se puede beber alcohol ni usar drogas", explica Kelsey Freeman, de Digital Detox, la organización que pone estos campamentos en marcha. "Puedes estar hablando con el presidente de una compañía, o con un artista... y no lo sabes. Puedes ser tú mismo, sin muletas de ningún tipo".

Camp Grounded

Mark Koberg, un productor televisivo de Los Ángeles en la treintena, descubrió su dependencia de esas muletas hace siete años. Atravesaba un momento tan intenso en el trabajo que perdió la vista en un ojo. Para rebajar el estrés, acudió a un retiro de meditación que exigía prescindir de todo dispositivo. "Me ayudó a percibir ese impulso, totalmente involuntario, de mirar mi pantalla. A reflexionar sobre por qué lo hacía y me sentía tan mal sin poder hacerlo. La mayoría de la gente no es consciente de lo que nos hace la tecnología hasta que no se da cuenta de cómo la echa de menos". Gracias a la meditación, Mark se recuperó del ojo. Hoy da clases de Medios Digitales en la Universidad del Sur de California, y a sus alumnos les propone todos los años un "ayuno" de dispositivos de cinco horas. "Muchos no son capaces de cumplir el plazo", asegura.

"Yo ya había hecho mi propio proceso de desintoxicación, eliminando todas las apps de redes sociales por un tiempo", explica Katie Scoggins, terapeuta de San Diego de 25 años. Acudió a Camp Grounded con ganas de unas vacaciones divertidas y se encontró con "la experiencia curativa más intensa de mi vida". Lo de no poder usar el móvil fue lo de menos. "Había tantas actividades y gente por conocer, que casi ni me acordé del teléfono". Solo en un par de ocasiones sintió el impulso de buscar algo en Google. "Estamos tan acostumbrados a tenerlo en la palma de la mano que es realmente extraño tener que intentar acordarte de algo por ti mismo", coincide Christopher Williamson, un profesor de informática de 46 años que participó en Camp Grounded el otoño pasado. "Como no hay relojes ni horarios, a veces es complicado organizarte", explica. Aunque no se considera adicto, ("soy una de esas personas que tarda un día en contestar un mensaje de texto"), le apetecía estar rodeado de personas que estuvieran totalmente presentes. "No soporto la gente que es incapaz de tener una conversación contigo sin mirar el móvil. Tengo una hija de 15 años y a veces es muy frustrante competir con el aparato por su atención".

VACACIONES SIN COBERTURA

Tanto ha aumentado la demanda de desconexión, y tan difícil es poder hacerlo durante el día a día, que cada vez más destinos vacacionales usan como reclamo no tener cobertura. Existen buscadores específicos de lugares sin Internet, como digitaldetoxholidays.com. La oferta es amplia: desde aventuras en velero por la costa de Maine hasta cabañas en el desierto de Arizona. De establecimientos de cuidada arquitectura y oferta gastronómica a retiros más rústicos y espirituales.

Digital Detox, que empezó con grupos de 10 personas, organiza ya campamentos en cuatro estados (California, Texas, Carolina del Norte, y Nueva York), con unos 300 participantes de media. Mark está a punto de marcharse a uno de ellos; todos los años dedica unos días a "desintoxicarse". Christopher piensa repetir. Ninguno pretende deshacerse definitivamente de sus smartphones, pero estas curas intermitentes les ayudan a llevarse mejor con ellos. "Realmente te animan a ser más humano", reflexiona Katie, que ya va por su tercer campamento. Desconectar para reconectar: la gran paradoja de nuestro tiempo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_