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Gente en movimiento

Poner a la gente en marcha, no equivale a recuperar para el Estado su capacidad de acción y de cambio

Máriam Martínez-Bascuñán
Pablo Iglesias, en un mitin de Podemos en Palma de Mallorca.
Pablo Iglesias, en un mitin de Podemos en Palma de Mallorca.Tolo Ramón (EL PAÍS)

Una de las grandes novedades de esta campaña es la estrategia que está siguiendo Podemos para movilizar a la gente. Se materializa mediante eso que los expertos denominan “las ideologías en acción”. Si el momento presente se caracteriza por el declive o la incapacidad para la acción política y la crisis del Estado como motor del poder político, las ideologías de la acción tratan de producir nuevas identificaciones colectivas y generar esa inercia de “gente en movimiento”. Estas ideologías de la acción recogen el testigo del barullo nacido en las plazas que reacciona contra políticas y políticos del establishment: los guardianes del statu quo vistos como impasibles ante lo que ocurre, e incapaces de autorregenerarse y presentar alternativas. Una proyección clara de esa inercia de gente en movimiento tiene que ver con la estrategia de campaña desplegada por Podemos, que implica activar una política de bases y de autoorganización de militantes a través de Internet (habrán visto que Podemos no pierde ninguna votación online).Mientras el líder limita astutamente sus intervenciones a la política mediática, centrada en cuidadas apariciones televisivas donde ahora exhibe un carisma tranquilo y rechaza —a medias— la política del ataque, sus bases se encienden en una oleada de participación siguiendo esa dinámica de gente en movimiento detrás de una campaña que ya suma a miles de activistas comprometidos y de simpatizantes activos.

Limitar la estrategia de campaña a Internet habría sido un error. La clave está en esa refundición de medios tradicionales de comunicación (televisión), con técnicas emergentes de comunicación y participación política. Ahí tiene a un ejército de jóvenes podemitas que ha crecido con Internet, y que ahora se sienten importantes porque su participación cuenta y su deseo de implicarse en acciones cívicas conecta con las ganas de que sus expectativas se incluyan en proyectos políticos.

Sin embargo, el movimiento, poner a la gente en marcha, no equivale a recuperar para el Estado su capacidad de acción y de cambio. Mientras se generan estas arenas movedizas, ninguna iniciativa política es capaz de ofrecer respuestas al gran reto de nuestro tiempo: cómo volver a unir poder y política.

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@MariamMartinezB

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