_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Perdices

Marco Pannella no era revolucionario, lo que en democracia es un retroceso y no un avance, sino un agitador formidable

Fernando Savater
Marco Pannella, líder del Partido Radical.
Marco Pannella, líder del Partido Radical.Antonio Masiello. (DEMOTIX)

Sólo he sido miembro de dos partidos políticos en mi vida y el primero fue el Radical de Marco Pannella. Me gustaba porque era transnacional, o sea plenamente europeo, y porque era el único que llevaba en su programa la despenalización de las llamadas “drogas”, oponiéndose a esa dañina fantasía inquisitorial que tanto daño ha causado a personas y países enteros (México es hoy triste ejemplo de ello). Entre los radicales conocí a gente tan estupenda como mi amiga Emma Bonnino, audaz e inteligente, con quien compartí algunas iniciativas… y retrocedí ante otras. Una vez, cuando la población de Sarajevo vivía acosada por los francotiradores, Emma me propuso que fuésemos allí el día de Navidad para interponernos pacíficamente entre el fuego de ambos bandos. Comenté prudentemente que no me parecía el mejor modo de festejar fechas tan entrañables y ella me advirtió: “Piensa que la alternativa es pasarlas en familia”…

Marco Pannella no era revolucionario, lo que en democracia es un retroceso y no un avance, sino un agitador formidable; tenía ideas apasionadamente prácticas pero carecía de odio social: lo contrario de lo que ahora se lleva. Algunos lo tenían por insensato pero nadie dudó de su honradez. Vino a Madrid a conocerme y fuimos a un restaurante cerca de casa. El dueño, cazador entusiasta, nos propuso unas perdices cobradas por él mismo. Marco me miró severo, porque acababa de impulsar un referéndum en Italia —¡otro más de los suyos!— para prohibir la caza. Yo estaba confuso, el dueño insistía. De pronto, Marco alivió el ceño y me lanzó su mágica sonrisa. “Bueno, las perdices ya están muertas, ¿verdad? De modo que más vale comérnoslas”. Y después, tan felices, nos comimos sin remordimiento las perdices. Ciao, Marco, contagioso campeón del activismo ciudadano inconformista.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_