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Tentaciones
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'First Dates', la llegada definitiva de Tinder a la televisión

Quedar con un desconocido y ver si salta la chispa ya no forma parte del ámbito de lo privado. El programa de Cuatro First Dates está siendo un éxito gracias a nuestra afición por ver si surge el amor (o si pasa todo lo contrario)

"Mira, no eres como en las fotos. Chao".
"Mira, no eres como en las fotos. Chao".Cuatro

Corren tiempos magníficos para el voyeurismo. Lo que antes tan solo podía satisfacerse espiando a los vecinos por la mirilla -o escuchando a través de las paredes-, ahora se ha convertido en nuestro mayor hobby. Ay, ese gustito que nos recorre el cuerpo cuando stalkeamos la cuenta de Instagram de un conocido. ¡Es casi orgásmico! Dónde ha estado, con quién, ¿habrá ligado? La tecnología nos ha transformado en viejas del visillo -perdóname, señor, por utilizar esta expresión- desde la comodidad del sofá. Y ahí, suponemos, es donde reside el éxito de First Dates, el programa de primeras citas que triunfa en Cuatro -acaba de renovar por una segunda temporada-. Y es que, ¿a quién no le gusta ver el ridículo ajeno en televisión?

La mecánica no puede ser más sencilla. Dos desconocidos, teóricamente afines, se citan en una especie de restaurante para ver si congenian. Hablan, comen, ríen y deciden si lo suyo tiene alguna esperanza de continuar o si, por el contrario, mejor dejar el suplicio antes de comenzar. Y todo delante de las cámaras. Sin ningún pudor. "Vengo a vivir la experiencia", se justifican algunos. Pero, ¿qué experiencia? ¿La de sublimar las ansias de exhibicionismo delante de varios millones de personas? Porque lo del amor queda muy en segundo plano. "Estoy en un momento de mi vida en el que me apetece divertirme", explicaba una participante recientemente. ¡Valiente excusa! ¿Pero cuándo ha sido divertida una cita a ciegas? ¡Por ahí sí que no!

Pocas cosas hay más incómodas que una cita con un desconocido -¿de qué hablará? ¿Le gustará el fútbol? ¿Tendrá sentido del humor? ¿Vivirá con sus padres pasados los 40?-. La magia del tonteo es algo de lo que disfrutan tan solo unos pocos privilegiados. Para los demás, no es más que el peaje de sudores y tartamudeos que hay que pasar para encontrar el amor. Un tormento, vamos. Pero uno muy atractivo cuando quien lo sufre es otra persona. Somos así de crueles. Asistir al espectáculo desde casa supone un placer indescriptible. Una mezcla de empatía, diversión y vergüenza ajena -mucha- que, extrañamente, termina funcionando. Con reparos, sí, pero lo hace.

Le falta a First Dates una vuelta tróspida para acabar de ser redondo. Sí, lo sabemos, el trospidismo ha tocado techo y de ahí no hay quién se salve. Estamos ya demasiado saturados de soniditos, de montajes repetitivos y de totales con frases absurdas de los protagonistas. Pero bordearlo con intención de que no se note tampoco es la mejor solución. Prescindir de Luján Argüelles para conducir el programa es toda una declaración de intenciones -y un golpe bajo para los 'lujaners'-, pero fichar a Carlos Sobera no resuelve el entuerto. Echamos en falta una dosis de maldad, esa picardía perfeccionada a lo largo de los años. Y no es que Sobera no cumpla su papel -el de reclamo para la audiencia, ya que tiene poca trascendencia-, pero, reconozcámoslo, no es lo mismo. 

Paula de Gran Hermano, una de las participantes en el programa.
Paula de Gran Hermano, una de las participantes en el programa.

Mejor ha sido la elección de la duración y del horario -ideal para los que están hartos de ver vídeos de Youtube en los informativos-. Parece que España, así en abstracto, empieza a entender que los programas no deben cubrir, necesariamente, varias horas para funcionar. Lo ha conseguido Cámbiame al medio día y lo ha repetido First Dates por la tarde. Media hora es más que suficiente para captar nuestra pobre atención -si ya no somos ni capaces de ver un vídeo de tres minutos sin consultar el móvil...- y resolver un esquema que, de otra forma, resultaría aburrido. Miedo nos da que, tras el buen hacer de la primera temporada, destrocen la idea en la segunda. No queremos un First Dates Premium hasta las dos de la madrugada. ¿Queda claro?

Las apariciones, por cierto, de famosos de la casa -ex concursantes de Gran Hermano, más que nada- como pretendientes tiene su gracia. Si es que no hay nadie como Mediaset para aprovechar todos los rotos y descosidos. 

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