Hubertus von Hohenlohe: “Hay que hacer cosas, no solo quejarse”
Es seis veces esquiador olímpico con México, empresario, excantante, celebridad de televisión y fotógrafo. Hijo de Ira de Fürstenberg y del príncipe Alfonso, el fundador del Marbella Club, él es, sobre todo, un aristócrata atípico
Habla con un leve acento mexicano, el país en el que nació hace 57 años, una edad que no aparenta. Hubertus von Hohenlohe comparte su vida desde hace dos décadas con Simona Gandolfi y reside en Viena, aunque viaja a todas horas. Con Marbella tiene un idilio especial. Recién llegado de Múnich, donde ha fotografiado a jugadores de varias categorías del Bayern, recibe en Casa Hubertus, una suite que ha decorado en el hotel Marbella Club, icono del lujo sin estridencias. Es moderna y colorida y mantiene el estilo andaluz del complejo; dormir aquí cuesta entre 1.100 y 3.110 euros.
Pregunta. ¿Me tengo que dirigir a usted como príncipe?
Respuesta. No, no. Soy un príncipe moderno, como también lo fue mi padre.
P. ¿Pronunciamos bien su apellido? Se sabe que en Marbella les decían los ole-ole.
R. El grupo Olé Olé contaba que habían estado un verano en Marbella y que todo el mundo hablaba de los ole-ole, y pensaron: así se oye hablar más de nosotros. La gente no tiene dificultad para decirlo, aunque en español la hache es complicada.
P. Vaya currículum. ¿Con qué se queda?
R. Me gusta mucho la fotografía. Pero sin hacer un esfuerzo físico, como esquiar, me falta algo. Por eso seguí tantos años. Te da una paz interior muy fuerte que la música, las fotos, el arte o la televisión no.
P. ¿Eso quiere decir que no tira la toalla como esquiador olímpico? Representó a México en Sochi hace solo dos años.
R. No creo que me clasifique, pero sigo entrenándome con los hijos de Simona. Este año he competido en 8 o 10 citas internacionales. Estoy testando hasta qué punto el cuerpo puede aguantar. He probado para ver cuánto tiempo consigo mantenerme joven [se ríe], un poco Peter Pan.
P. Ahora es también decorador.
R. Hemos hecho esto y El Patio, un espacio muy simpático para el verano. Estamos dándole un estilo chic simple, como lo que hizo mi padre, pero en una época diferente.
P. ¿En qué se inspira para crear?
R. Soy muy visual. Lo mío es lo colorido, lo pop, lo fuerte.
P. Sus apellidos, ¿le han ayudado?
R. Ayudan, claramente, porque puedo posicionar mi nombre en algo. Pero hacer cosas que no están vinculadas a ese nombre es más complicado. En el arte de vez en cuando me ha perjudicado porque la gente piensa: es el principito que quiere hacer arte o fotos. Que la gente te tome en serio por ti mismo es complicado. He hecho una exhibición en Chicago, donde no soy muy conocido, y a la gente le ha gustado.
P. ¿Sigue pasando veranos en Marbella?
R. Sí. Marbella es un sitio en cambio total todo el tiempo, pero unos años está mejor y otros es más difícil. Con El Patio estamos intentando que la gente de mi círculo, de mi generación, se pueda reencontrar. Es una discoteca al aire libre, como era el Marbella Club y el Pepe Moreno. Creo que hay que hacer cosas, no solo quejarse.
P. ¿Es complicado recuperar el ambiente de antes?
R. En cierto modo. Pero hay gente, ¿eh? De Madrid, Suiza, Alemania, ingleses. Aunque es complicado juntarlos.
P. ¿Sigue la política española?
R. Sí, absolutamente. Parece que la gente quería un cambio, pero no es tan fácil como se podía pensar. No sé qué pueden cambiar nuevas elecciones, creo que no mucho. Va a ser complicado, y es una pena porque el país necesitaría que las cosas se muevan.
P. ¿Le gusta la aparición de partidos como Ciudadanos y Podemos?
R. Democráticamente, creo que es importante. Pero si hay tantos, la cosa se pone como Italia, ingobernable. Y lo que me parece es que están muy vinculados a la persona y no tanto al programa. Cuando las personas se ponen tan rock star como [Pablo] Iglesias… Te gusta o no te gusta la persona, no tanto el programa, y eso sería lo importante.
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