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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado
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Cómo traducir a Mia Couto y no morir en el intento

Nos informa J.M.Coetzee, en uno de los ensayos recopilados en Las manos de los maestros (Mondadori, 2016), de las “diversas dificultades cotidianas de naturaleza práctica” que han tenido sus traductores en los diferentes idiomas a los que ha sido trasladada su obra, veinticinco más o menos. Y considera que la palabra “noble” es el epíteto que mejor se ajusta no al escritor, sino al traductor, ya que su labor la realizan sin esperar fama ni fortuna.

Es cierto, valoramos, en general, muy poco a estas personas (y sus notables esfuerzos) sin las cuales muchos no hubiéramos podido disfrutar de tantas horas de buenas lecturas. En este sentido, afirmaba García Márquez: "Si traducir es la mejor manera de leer, también es la más difícil, la más ingrata y la peor pagada”.

Mia Couto acaba de ver traducida al castellano y al catalán su última novela, A confissão da Leoa (Camino, 2012). Basada en hechos y personajes reales Couto, biólogo en otro tiempo, nos descubre una historia alrededor de una serie de crímenes en una aldea mozambiqueña que vuelve a cimentarse en esa realidad mágica que se vive en el continente africano sin asombro, porque “en Mozambique no es que se viva puro realismo mágico. Es que es realismo real”.

La novela, un nuevo prodigio de este mago de la palabra, que logra mantener el equilibrio con tal cantidad de elementos complicados, eleva la voz silenciada, oprimida y castigada, de las mujeres de esa comunidad mozambiqueña para que puedan contar su propia historia.

Pere Comellas, que ha traducido a otros escritores africanos en lengua portuguesa (Paulina Chiziane, José Eduardo Agualusa, Germano Almeida o Baltasar Lopes), ha sido el artífice de su versión catalana, La confessió de la lleona de la editorial Periscopi, y Rosa Martínez Alfaro (quien también ha traducido a Agualusa) de la castellana, publicada por Alfaguara. A ambos debemos y agradecemos (aquellos que no somos capaces de leer en portugués) el poder recrearnos en la nueva historia del mozambiqueño.

Traducir es ser un lector privilegiado”, afirma Rosa al contestar a las preguntas que le envío a través del correo electrónico, y añade “La lectura como traductora del libro que se lee es más específica, más dinámica, más atenta a los elementos del significado, al estilo... Un traductor es un lector muy atento.”

Una de las características que más se repiten en relación a la obra de Mia Couto es su capacidad de renovación de la lengua portuguesa, su riqueza y densidad lingüística considerable. “Genio del lenguaje”, tal y como lo describe Gustau Nerín, capaz de crear palabras sugerentes a partir de ese juego, la traducción de sus obras no parece tarea fácil. Alejando de los Santos de Afribuku y lector de la obra del mozambiqueño en portugués añade: "En ocasiones recurre a conceptos bastante locales con una carga sentimental que sólo comprenderán quienes estén más o menos familiarizados con las lenguas autóctonas. A eso de suma el estilo lírico del autor." Todo el mundo afirma, en este sentido, que Mia Couto reinventa la lengua portuguesa, “Basándose fundamentalmente”, dice Rosa,“en la norma del portugués europeo, crea en su obra un discurso nuevo construyendo, “deconstruyendo” y reconstruyendo palabras. Sus textos están plagados de juegos de palabras, amalgamas, neologismos, innovaciones sintácticas, recursos propios de la oralidad y de proverbios. Mia Couto es uno de los vértices de lo que se ha llamado el triángulo de innovación de la lengua portuguesa junto con Luandino Vieira, de Angola, y Guimarães Rosa, de Brasil.”

Rosa considera que “traducir a Mia Couto puede resultar quizás más complejo por la recreación del lenguaje que utiliza, por el imaginario mozambiqueño, pero no imposible. La labor del traductor consiste en transmitir esa rica carga expresiva y el imaginario de sus textos a los lectores haciéndose invisible. En La confesión de la leona, sin embargo, todo ese juego de recreación lingüística no existe.”

Eduardo Naval, fue el encargado de trasladar al castellano Tierra sonámbula (Alfagura, 1998). Cronicando, publicada por Txalaparta, ya había hecho lo mismo gracias a Bego Montorio en 1996. Naval, un apasionado de la literatura en lengua portuguesa, introdujo una nota al comienzo del libro de una gran complejidad lingüística, para tratar de explicar la ardua tarea llevada a cabo y solicitando no se le aplicara la máxima “Tradittore, traditore” que asume que quien traduce, acaba traicionando.

J.M. Coetzee se siente agradecido cuando un traductor se pone en contacto con él y del mismo modo estos coinciden en la necesidad de mantener un intercambio con el autor. Rosa Martínez Alfaro, en concreto, conoce personalmente a Mia Couto desde hace 17 años, vivió en Maputo durante tres años y la oficina del escritor estaba cerca de su casa por lo que era fácil encontrarse con él quien “siempre se ha mostrado accesible y atento.” Eduardo Naval alude a un muy necesario encuentro con el propio escritor que se llevó a cabo en Lisboa y que se saldó de manera poco satisfactoria por el escaso tiempo del que dispusieron (debido a problemas de agenda del escritor) y porque “el autor, en ciertos casos, se reconocía “no capacitado” (es un decir) para desarrollar algunos matices de su propio texto”.

Escribía García Márquez, un autor muy importante en la formación del mozambiqueño, que "Es poco probable que un escritor quede satisfecho con la traducción de una obra suya. En cada palabra, en cada frase, en cada énfasis de una novela hay casi siempre una segunda intención secreta que, sólo el autor conoce". J.M. Coetzee subraya, en cambio, que "en las contadas ocasiones en las que un lector bilingüe ha comparado una de esas traducciones con el original" le informa del resultado y "la mayoría de los informes, sin embargo, son tranquilizadores".

Para Mía Couto las traducciones son un drama y un sufrimiento también. Considera que, a menudo, los traductores dan importancia a la palabra en sí misma cuando lo que hay detrás es algo intraducible, un componente propio y cultural. Rosa Martínez Alfaro también opina que para conseguir una buena traducción "no basta con solo conocer bien las lenguas de trabajo y su funcionamiento, sino, sobre todo, las implicaciones culturales de ambas lenguas. Un alto desarrollo y el equilibrio de esas competencias nos acercarían a la figura del traductor ideal", para añadir: "De todas formas, creo que el traductor y la traducción ideal no existen.”

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El Portugués és la lengua mas linda del mundo, porque és a la vez una lengua y una dulce cancion.
El Portugués és la lengua mas linda del mundo, porque és a la vez una lengua y una dulce cancion.

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