Muertos y tronos (ojo, ‘spoilers’)
Cuando tecleas “Jon Snow” lo primero que te sale es “muerto”. Francamente, no hay derecho
A la hora en que lean esta columna ya sabremos, por fin, si Jon Snow sigue entre nosotros. Meses llevamos buscando explicaciones plausibles a la última imagen con la que nos dejaron, en la última temporada, los taimados guionistas de Juego de tronos. Perpetraron lo que en la jerga del cine y de la tele se llama un cliffhanger: terminar con un personaje al borde de un abismo, entre la vida y la muerte, o casi más muerto que vivo.
Uno sigue fielmente una serie y cuando llega al último capítulo de la temporada, zas, en lugar de resolver te dejan entre cuatro y ocho meses comiéndote las uñas sin poder parar de buscar en Internet. Y cuando tecleas “Jon Snow” lo primero que te sale es “muerto”. Francamente, no hay derecho.
Pero si los espectadores sufrimos en silencio, los actores de estas series lo tienen muy mal. Saben cómo salpimenta una trama un muerto bien colocado. Ganarán mucho dinero, pero imagínense esas lecturas de guion. Debe ser como cuando buscabas tu nombre en la lista de las notas de Selectividad. Todos callados, con el estómago contraído. Leyendo a toda velocidad, hasta las últimas líneas. A ver si tenemos cutrefrase de vivo o gran final de muerto.
Pero como a todo se acostumbra uno, los espectadores ya nos hemos hecho a las tretas de los guionistas. ¡Cómo no! A fuerza de Glenn y sus intestinos fuera en The Walking Dead, o de Brody, colgando de un pino. Y no nos queda otra que sobrevivir, con infinita paciencia entre temporadas, ya sin uñas, royendo muñón, a la espera de la resolución del siguiente cliffhanger.
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