La galería de arte que se convirtió en una sala de cine 'X'
La exposición 'Solo es sexo' reúne en Madrid las obras de veinte artistas entre lo erótico y lo fetichista junto a una sesión continua de videoarte sin censuras
Una de las obras de la artista española Edurne Herrán es el emoji de la caca del whatsapp bordado a punto de cruz. Con ella se refiere a una parafilia, la coprofilia, definida por la Real Academia Española como "una atracción fetichista por los excrementos". En el fondo es solo una manera distinta de hablar de sexo, esta vez mediante la reflexión artística. Herrán, es una de las más de veinte artistas que participan en la exposición Solo es sexo, de la galería Fernando Pradilla de Madrid, un alegato cultural para hablar de masturbaciones, felaciones, cuernos, penetraciones o fetichismo.
Pero en esta muestra se habla de ello como lo que es: Sexo; sin enroscamientos intelectuales ni enredos ideológicos. “Existen tantas ideas sobre lo que es el sexo como personas hay en la tierra, cada uno tiene su propia definición –para Bill Clinton una felación no era una relación sexual– y pone sus límites; eso significa que la genitalidad es una de las maneras de aproximarse a lo sexual, pero no la única, hay lecturas políticas asociadas a lo sexual, de género, de discriminación, de identidad…”, cuenta Javier Díaz-Guardiola, comisario de la exposición.
En la muestra podemos ver las obras fetichistas pintadas a bolígrafo y un gran mural de Juan Francisco Casas, las fotografías explícitas y más femeninas de Paco y Manolo o una orgía en óleo de Anthony Stark. “También hay un artista que habla del sexo no desde la imagen, sino desde la palabra, es Javier Conde –Mr. Simplemente–; no olvidemos nunca que el mayor órgano sexual y más importante es siempre el cerebro”, remata Díaz-Guardiola.
Las redes sociales y su relación con el sexo aparecen en las series Love me Tinder y Emojisexting, de Edurne Herrán, donde los emoticonos se convierten en la manera de practicar sexting (mantener sexo en las redes sociales), expuestas mediante una serie de piezas bordadas con hilo. “Siempre ha existido una clara relación entre sexo y arte a lo largo de la historia, pero en la actualidad es más manifiesta si cabe, pues está ligada a la fotografía, la moda, la publicidad o las redes sociales, donde aplicaciones como Instagram o Facebook tiene gran protagonismo, al menos estas últimas, en lo que a su difusión se refiere”, cuenta el artista Fernando Bayona.
Él también participa en la exposición con varias fotografías que promueven lo voyeur desde una visión romántica y crítica a la vez, con efebos solitarios que parecen posar bajo un filtro Valencia. “Las redes sociales hacen gala de una gran misoginia, donde es posible mostrar el cuerpo masculino en todo su esplendor, pero se censura la mínima aparición de un pezón femenino”, remata Bayona.
Un sala X dentro de la galería
La exposición Sólo es sexo se divide en dos partes, por un lado las salas de exposiciones de los proyectos artísticos, y al final de la galería otro espacio que funciona como una sala de cine X. Aquí, se muestra en loop, como en una sesión golfa de un cine antiguo, varias obras en vídeo de algunos de los artistas invitados, que generan un verdadero programa audiovisual en torno al sexo.
Y todo sin alarmarse ni crear polémica, hablando de sexo y arte sin censuras. “El vínculo entre sexo y arte es tan antiguo como la propia Historia de la Humanidad, no olvidemos que la Venus, de Willendorf y otras figurillas similares, ya desde la Prehistoria, eran un canto a la fertilidad, con piezas en las que se marcaban sobremanera los atributos sexuales”, explica el comisario. En el fondo es llamar a las cosas por su verdadero nombre, como decía el personaje de Penélope Cruz en Todo sobre mi madre, “a mi siempre me ha encantado la palabra polla, ¡y pollón!”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.