_
_
_
_
_
PORQUE LO DIGO YO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nombres

Determinar el futuro de nuestros hijos no puede dejarse al azar. Hay que elegir con cuidado

No me pregunten por qué, pero creo firmemente en que todos tenemos un destino ligado al nombre. Por ejemplo, en Cuba la gente antes se llamaba Ramón, Raúl, Carmen o Fidel y era revolucionario o cantante o enfermera. Las nuevas generaciones se llaman Julimar, Maikel, Lenin o Indira y ahora son doctores en medicina o cantantes, pero cada vez, menos revolucionarios. Y ahora habrá toda una generación de baracks, yuanaiesteis o mikyagers que habrá que ver cómo viene.

Coincidirán conmigo en que no es lo mismo ir por la vida llamándote Felipe o Bosco que Eustaquio o Satary. Los felipes, sobre todo si son sextos, tienen el futuro asegurado. Los boscos resultan ser perfectos para el capital riesgo y de satarys están los castings de Telecinco llenos. Los eustaquios, salvo en las trompas, lamentablemente se encuentran en peligro de extinción.

¿Qué futuro queremos para nuestros retoños? ¿El de una Yessi o una Gadea? ¿Agurtxane o Montserrat? Los padres de Pablo Iglesias no le pusieron Pablo por casualidad. Podían haberle puesto Julio; ese mismo año triunfaba con Me olvidé de vivir, pero no. Prefirieron al padre del socialismo a un triunfador que se había acostado con 3.000 mujeres. Destino.

Determinar el futuro de nuestros hijos no puede dejarse al azar. Hay que elegir con cuidado. Por ejemplo, que el nombre no esté asociado con terrorismo o crímenes contra la Humanidad. Descartados Adolf, Osama o Stalin. Se acepta Pol -en catalán-, pero nunca si el apellido es Pot. Que no lo lleven los hijos de los famosos. Prohibidos Apple, North West o Harper Seven. Y, por último, ojo con las combinaciones trampa. Olvídese de Maitetxu si su apellido es Mino.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_