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Tentaciones

Los siete pecados capitales de Kanye West

Ira, lujuria, envidia... El autodenominado nuevo mesías no deja ni uno. Quizás sea hora de que comencemos a orar por su alma

Asegura ser un dios, y pasa del acto de contrición. Pero, hasta que se demuestre su divinidad, el rapero, diseñador de moda y marido de Kim Kardashian sigue cayendo en todos los vicios.

Envidia

Sus interrupciones son ya tan míticas como predecibles. En los MTV VMA de 2009 cortó a Taylor Swift porque, según él, Beyoncé debía haber ganado. En los Grammy de 2015 casi repite con Beck. Y, cuando parecía haberse serenado, en su último disco carga de nuevo contra Swift. "Yo hice famosa a esa bitch", dice. Taytay le respondió, sin nombrarle, al recoger su fl amante Grammy al disco del año.

Ira

Mucha. Ya sea verbal (contra George W. Bush en televisión), escrita (en Twitter, con el rapero Wiz Khalifa de víctima) o física, como con este paparazzi en el aeropuerto de Los Ángeles. West tuvo que pasar por clases de anger management (control de la ira) por este incidente. Ahora predica el amor, pero no te fíes de su pronto.

Gula

Da igual cuánto tenga; Kanye siempre quiere un pedazo más grande del pastel. Hace tiempo que la música se le quedó corta, y la moda empezó a ocupar su millonario menú. Así, pasó de nombrar a Prada o Margiela en sus canciones a intentar ser su competencia directa. Su asociación con Adidas ha dado una de las líneas de zapatillas más deseadas (y revendidas) de la historia, y su carrera como diseñador de moda parece ir en serio. Tanto como para hacer coincidir el lanzamiento de The life of Pablo, su séptimo disco de estudio –al que cambió de nombre caprichosamente varias veces–, con la presentación de la Yeezy Season 3, su tercera colección propia. Tanto como para celebrar ambas cosas en el Madison Square Garden de Nueva York, convertido para la ocasión en un afterparty con modelos inertes subidos a unas enormes pasarelas. O como para "reclamar" 100 millones de dólares a empresarios como Mark Zuckerberg para dominar el mundo de la moda. Siempre con más hambre que nadie.

Lujuria

Ya lo decía en I won: "Quiero bañar ese culo en oro". Se refería, claro, al de su señora, Kim Kardashian, a la que no duda en enseñar como mujer trofeo. Por ejemplo, a lomos de una moto en el vídeo de Bound 2, momento de autoparodia involuntaria. James Franco y Seth Rogen lo reprodujeron para divertimento de todos.

Avaricia

Con él, ni el cielo es el límite. No contento con sus logros, Kanye ya ha fijado sus miras en una cima más alta: la presidencia de EE UU. Así lo anunció en los VMA de 2015 y, pese a que muchos lo tomaron a broma, tiene una fecha marcada: 2020. Solo por imaginarle en una cumbre con Putin ya merece la pena.

Orgullo

Mucho cuidado con ningunear a Mr. West. Nike no le ofreció lo que pedía y él, despechado, no solo firmó con su archirrival, Adidas, sino que compartió Facts, un tema en el que aseguraba que la marca trata a sus empleados "como esclavos", a la vez que presumía de haberles superado en éxito con sus zapatillas Yeezy.

Pereza

El único pecado que no fomenta activamente, aunque a veces su ansia de artista total le hace olvidarse de que, antes de nada, le conocimos como músico. Definitivamente, parece que los discos ya no son su única prioridad.

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