Aspiraciones de un niño migrante
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Queridos Reyes Magos:
Les escribo para decir que estoy totalmente en desacuerdo conque no me hayáis regalado nada este año. He sido el único de la clase que no ha tenido regalos, pensaba que los reyes magos erais buenos. Este es el segundo año en que soy el único que no recibenada.
Mis profesores dicen que puede ser porque el año pasado me portase mal, pero entoncespensaba que tenía excusa porque ni entendía ni me entendían.
Desde que vine a España, todo es nuevo para mí. A veces me cuesta entender cómo piensan aquí, las cosas que hace, y las cosas que celebran. Nunca había escuchado que dos veces al año los niños recibían regalos de Reyes Magos y de Papa Noel. He pasado las noches en vela para verlos entrar en nuestro centro pero nadie aparece. Se ve que estas fantásticas personas solo entran en las cosas y no en los centros de menores.
No me he presentado; soy Ayoub y tengo 15 años. He venido a España porque la mayoría de mis amigos están por Europa y, sinceramente, porque yo también quería ser un hijo ejemplar, dar a mis padres los medios para vivir y tener un corral más grande y con más animales. No os voy a contar cómo he venido porque podríais pensar mal, pero el momento en que llegué fue como si estuviera rodando una película. Sé cómo se rueda una película porque en la tele de mi amigo Omar hacen mucho programas así; cómo se ruedan las películas, cómo se enamora la gente, cómo son los padres con sus hijos… Todos los días veíamos un programa en el que aprendíamos cosas increíbles. Omar se fue a Italia para buscar el amor de su vida y Youssef, otro amigo mío, se fue a Bélgica para convertirse en un banquero con deportivo, mascota, mansión y muchas novias.
En fin, la película empezó cuando embarcamos cerca de la costa de Tarifa, y es un milagro que la gente llegue allí sin ser descubierta por lo vigilada que está esa zona de España. Después de pasar no sé cuántas horas en el mar, lo primero que hicimos fue buscar una fuente; la mayoría de la gente se dispersó pero Mourad y yo nos mantuvimos unidos. Nos conocimos en la barca y los dos somos del Madrid. Después de mucho rato corriendo, llegamos a un pueblo que tenía fuente en la entrada.
Estuvimos mucho rato bebiendo porque no nos dimos cuenta de cómo había llegado un coche verdiblanco del que bajaron tres hombres musculosos que se dirigieron a nosotros. Iban vestidos como un pepino (a partir de entonces así es como los llamo). Tenían la mano encima de un arma colegabadel cinturón. Nos cogieron y nos metieron en el vehículo. Nos llevaron a un sitio donde había pepinos andantes por todos lados, pasamos por muchos sitios hasta que llegamos a un edificio donde había muchos jóvenes.
Yo,la verdad, no me di cuenta de lo que había pasado. Todo lo que veía me sorprendía y no sé cómo he llegado al centro en el que vivo ahora. En él somos tres marroquíes, cuatro senegaleses y cinco paquistaníes. Al llegar me junte con los primeros porque eran los únicos que me entendían. Me aconsejaron no fiarme de nadie, ni de los otros niños ni de los españolitos que te dan de comer. Unos te quieren quitar todo lo que tienes y otros te quieren tirar de España.
Mi primer año ha sido muy complicado porque no sabía hablar. Pero no solo por eso: no tenía amigos, nadie se me acercaba en el colegio. Y la gente que se me acercaba nunca se hacía entender, balbuceaba y se iba con mala cara. Me incomoda ver a otros niños acercarse y no poder decirles nada. Y me duele ver que muchos de ellospasan de mí. Que los profesores pasen de mí y mi situación. Nunca aprenderé bien el idioma si los profesores no me ayudan, si los niños no se me acercan ni me hablan… Soy el nuevo y el nuevo siempre necesita un empujoncito.
En el centro estoy peor aún. Los niños marroquíes me piden mi paga para comprar cigarros. Pero no quiero gastar mi dinero, lo quiero ahorrar y enviárselo a mis padres. A veces gasto algo para llamarles. Otros menores han empezado a dedicarse a robar móviles y carteras por las noches para venderlos y así enviar más a sus casas. Yo soy incapaz, nunca lo he hechoen mi vida. Bueno, mentira; robé una vez en mi casa. Después de la paliza que me dio mi padre no he vuelto a tocar cosas ajenas.
Me quedan tres años para salir del centro pero yo quiero salir ya. Quiero trabajar. Quiero ganar dinero para enviarlo. He escuchado a algunos decir que en el campo necesitan trabajadores. Pero en el centro no me dejan. Me obligan a ir al colegio. Si un día no voy, me quitan la paga.
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Echo de menos todo: amis amigos Omar, Youssef, Mourad y otros. Echo de menos a mi familia, a mis padres. Echo de menos la comida; ese tajín (plato típico marroquí) de mi madre y ese té de mi padre. Aquí la comida esta malísima. La mayoría tiene carne, carne haram (lo prohibido en el islam). Yo no la tomo. Cuando hay verdura sí lacomo, pero cuando hay carne mi comida suele ser el pan y el postre.
Estoy planeando con Ahmed escaparnos del centro para ir a un pueblo donde vive su tío, que trabaja en el campo. Ahmed me ha dicho que nos puede conseguir trabajo.
Al final, queridos reyes, me compraré yo mismo los regalos.
Mi sueño se va cumpliendo. Pronto seré yo el que vaya a Marruecos en coche y regalos.
"Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizás desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable."
Eduardo Galeano. Periodista y escritor uruguayo.
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