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Una fotografía mal editada, pero no manipulada

He venido recibiendo desde el lunes por la tarde correos de lectores, algunos, verdaderas invectivas, en los que se acusa a este periódico de manipular la verdad. ¿La razón? Una fotografía publicada el domingo 7 de febrero en la edición impresa de Madrid, que figuró también en la edición digital, en la que aparecían juntos los líderes de Podemos, PSOE y Ciudadanos en la gala de los Premios Goya.

La queja queda resumida en el mensaje que me envió Miguel Crespo Morán: Por medio de la presente quiero hacerle llegar mi malestar como lector de EL PAÍS por la manipulación de la fotografía de la ceremonia de los Goya, donde se da a entender que Rivera tiende la mano a Pablo Iglesias sin que este se la reciba, tratándose en realidad del ofrecimiento a otra persona que la fotografía oculta.

No entiendo el porqué de esta manipulación que se ha evidenciado en las redes sociales con la publicación de la fotografía completa, pero entiendo que obedece a intereses espúreos alejados del ideal de ética periodística a seguir por tan ilustre medio de comunicación.

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Raúl Asensio Díez, estudiante de Ética, me envió el siguiente mensaje, en realidad dirigido al colectivo que elabora este periódico: He visto en la portada del domingo que usasteis una foto recortada en la que se ve a Rivera tendiendo la mano a Pablo Iglesias cuando la realidad era que se la estaba dando a un torero, ¿Qué tenéis que decir al respecto?.

  La responsable del diario ese sábado era la subdirectora Maite Rico, a la que me he dirigido en primer lugar. Rico me ha respondido con el siguiente correo:

Por supuesto que no ha habido manipulación en la foto. La realidad es mucho más simple. Escogimos esa foto porque era donde mejor se veía a los tres líderes políticos. Para ajustarla al tamaño, en la primera edición del periódico se hizo el corte por la derecha, y se dejó, a la izquierda, a la persona a quien saluda Albert Rivera. Problema: el hombre ocupaba una posición muy relevante en la foto, compartiendo protagonismo con los políticos, pero no estaba identificado. Aparecía además un brazo suelto por la derecha que hacía un efecto extraño. Para segunda edición, se optó por cortar la foto por la izquierda, de forma que la imagen de los líderes políticos estaba más destacada y el conjunto quedaba más limpio.

    Prosigue Rico: Se podrá discutir la decisión, pero si hubiera habido intenciones perversas, no habríamos cambiado el corte entre una edición y otra. Habría sido absurdo. Dicho esto, por supuesto que pedimos disculpas si alguien ha visto herida su sensibilidad, pero desde luego, la imagen no es ofensiva para nadie: los tres protagonistas (que mantienen, como es sabido y como ellos mismos han reiterado, una relación respetuosa) se habían saludado y aparecen relajados y sonrientes. Otra cosa es que Rivera o Iglesias hubieran tenido un gesto desagradable, que indujera a una mala interpretación, pero no es el caso en absoluto.

  La persona que realizó el corte de la fotografía, Julián Rojas, redactor gráfico de EL PAÍS, se ha puesto en contacto conmigo, disgustado por el alcance que ha tomado el tema. Rojas precisa que casi todas las fotografías que se publican hay que editarlas. Los confeccionadores del diario dibujan las páginas de la edición impresa otorgando las dimensiones necesarias a cada texto y cada imagen con objeto de que se centre en el tema tratado, se lea bien, tenga una corrección estética y sea comprensible. La portada del domingo 7 de febrero no fue una excepción. Y el corte de la fotografía que firmaba J. Martín, un fotógrafo de la agencia Efe, que se hizo en la edición de Madrid, se llevó a la página web.

 La fotografía de Efe llegó al filo de las 22.00 horas, me explica Rojas. Justo cuando se iba a cerrar la primera edición. La editó Cristóbal Manuel [otro fotógrafo del diario], y se publicó tal cual, pero es cierto que aparecía un brazo sin dueño que resultaba extraño. Entonces, prosigue Rojas, se me ocurrió a mí hacer una edición distinta, dejando fuera al hombre de las patillas cuya identidad desconocíamos. Le enseñé el resultado a Maite Rico que lo encontró muy bien. Jamás me hubiera podido figurar que la foto que se publicó, cortada por mí, iba a ser interpretada como una foto manipulada para dejar mal a Pablo Iglesias.

El hombre de las patillas era David Sánchez, responsable de la empresa que organiza la ceremonia de los Premios Goya, y era a él al que estaba saludando Albert Rivera.

Como ven, no hubo intencionalidad maligna alguna en la edición que se hizo de esa fotografía que, en la edición impresa que se distribuye en toda España, incluía claramente a los cuatro hombres.

   Una vez aclarado que no puede hablarse de ‘manipulación’, sí querría señalar que la fotografía publicada en Madrid (y en la web) resulta algo confusa. Y puede parecer, efectivamente, que Albert Rivera extiende la mano a Pablo Iglesias, ante la indiferencia de éste. Por lo tanto, hubiera sido preferible dejar el corte de primera edición, aunque no fuera perfecta. O buscar otra fotografía.

Comentarios

A pesar de que tengo la impresión de que El País no pierde ocasión de tergiversar, manipular y retorcer en contra de Podemos y Pablo Iglesias, tengo que decir que la foto no me llamó la antención especialmente, aunque sí que es un poco rara.Por otro lado, los autores de las fotos/artículos polémicos que explone la Defensora, sean sobre el tema que sean, rara vez admiten culpa alguna y, por supuesto, no van a decir: claro, escribí una ambigüedad intencionadamente para manipular a los lectores en tal o cual dirección. Por lo tanto lo de "Como ven, no hubo intencionalidad maligna alguna" no sé si tomármelo como una muestra de candidez máxima o como una tomadura de pelo.
En verdad, EL PAIS no se puede quejar. Sus notas son vistas, revistas, y hasta contempladas detrás de una lupa !Enhorabuena!
Hay tantas cosas que se nos muestra de la forma que la prensa quiere que lo veamos sin ser la forma que realmente es...pero bueno más de lo mismo
Soy Licenciado en Comunicación de Argentina y frente a estos casos deberíamos evocar las palabras del Lingüista Roland Barthes para que nos diga que la imagen es polisémica y siempre es necesario que haya un anclaje o relevo para que se encuentre un sentido. En esta oportunidad no lo hubo y los lectores dieron su sentido. Error común en muchos medios impresos

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