'Lindy hop': el baile de moda tiene más de 70 años
Moverse y viajar en el tiempo a la vez es posible. El 'lindy hop', una variedad del 'swing' nacida en la Gran Depresión, renace y se convierte en comunidad
Hay efectos mariposa muy locos. Como, por ejemplo, que en 1927 Charles Lindbergh hiciera el primer vuelo directo Nueva York-París y, casi un siglo después, docenas de parejas se reúnan frente al Museo Reina Sofía para practicar el baile que lleva su nombre. El salto transatlántico del aviador apodado Lucky Lindy levantó tal fiebre en EE UU que todo tipo de negocios e iniciativas adoptaron su mote, incluyendo una modalidad de swing que revolucionó las pistas de baile de Harlem. Ahora, gracias al reciclaje cíclico de tendencias y a la pasión desatada por lo vintage, el lindy hop arrasa también en España.
Academias dispuestas a enseñarte sus pasos surgen como setas, y cientos de parejas que jamás habían desarrollado interés por la danza han incorporado este baile a su vida con todas las consecuencias. "Lo mejor es ver cómo progresas y haces cosas que antes veías imposibles. Y, por supuesto, la gente", comenta Omar Quinani, quien, junto con su pareja Ana Alonso, forma parte de esta nueva ola de adeptos al lindy. "Puedes tomarlo como un hobby, pero también te puedes enganchar más. En esos casos pasa a ser casi una religión".
No hablamos de una mera opción retro a los bailes de salón o una alternativa no machacante a la zumba. El lindy, con su alto componente social, se ha convertido en una comunidad que no para de crecer. "Se intercambian pasos, se conversa, se baila y, al final, se hacen grupos en los que la gente se siente a gusto”, cuenta Lidia Jimón, directora de la escuela Swing Maniacs en Madrid.
De repente, cruzar una puerta y sentir que pasas por una máquina del tiempo es tan fácil como asistir a los Domingos de Swing. Música a golpe de big band, demostraciones y hasta la posibilidad de ataviarte in situ para la ocasión. De Mario y Alaska a tus vecinos del quinto, el Teatro Barceló de Madrid se convierte una vez al mes en el encuentro imprescindible de entusiastas del lindy. “Esto nació en pleno boom de la depresión”, explica Carlos Cancho, organizador del evento, para el que este resurgimiento de la mano de nuestra propia crisis no es mera coincidencia. “El lindy triunfa porque es barato y te alegra la vida. Porque es un baile dinámico que te embriaga”. Embriaguémonos pues.
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