David, soy tu padre
Siempre he tratado de pensar qué haría yo si la vida me pusiera en los bretes en los que coloca a Beckham
Esta semana, le preguntaron a David Beckham cómo se iba a sentir cuando su vástago mayor, Brooklyn, de 16 años, empezara a salir con chicas. Respondió que el asunto lo llevaba peor su esposa, pero que él sufriría más cuando fuera Harper, su hija, quien debutara en eso de la vida sentimental.
Siempre he tratado de pensar qué haría yo si la vida me pusiera en los bretes en los que coloca a Beckham. Funciona. De golpe, eres el tipo más guapo del planeta y, además, no fallas ese penalti ni te calzas un peinado con moño. En esta nueva ocasión, eso sí, tuve que fabular, pues no tengo hijos. Recurrí a las exparejas, que es lo más parecido que encontré a mano. Y me acordé de una que, antes incluso de que acabara la relación, empezó a preguntarme insistentemente si me gustaba alguna otra chica. Cautivo y desarmado, di un nombre. Al día siguiente, apareció con un caudal de información que había recabado en Internet sobre la muchacha. Entonces, me pareció inquietante e inútil. Con el tiempo resultó bastante práctico. Hace unas semanas volví a coincidir con esa ex y le pregunté si salía con alguien. Dijo que sí y soltó un par de datos al azar sobre ese humano. Ya en casa, me dio por ubicar a esa persona. Todo un reto, si consideramos que soy alguien que ha llegado a escribir “Google” en la caja en la que se introducen las búsquedas en Google y, además, no tengo Facebook. Ante mi estupor, en seis minutos ya sabía quién era. Me puse muy contento. No por ella. No por él. Sólo por mí. Creo que sería un padre terrible.
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