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“Los magos somos los únicos que tenemos derecho a mentir”

Antonio Díaz prefiere ser reconocido como ilusionista aunque su nombre artístico sea El Mago Pop. Llena teatros, tiene su programa de televisión y es uno de los preferidos por los famosos. Muchos le conocen como el hombre que asombró a Stephen Hawking

Elisabet Sans
Antonio Díaz, 'El Mago Pop', el pasado miércoles en el Teatro Calderón de Madrid.
Antonio Díaz, 'El Mago Pop', el pasado miércoles en el Teatro Calderón de Madrid.Bernardo Pérez

A los cuatro años le sacaron una moneda de detrás de la oreja y en ese instante Antonio Díaz (Badia del Vallès, 1986) quedó hipnotizado por la magia. Todavía guarda el primer libro de trucos que entonces le regalaron sus padres, “aunque ya gastado de tanto usarlo”. Precisamente la magia de la tele le llevó hasta el reconocido científico Stephen Hawking, quizá el espectador más difícil de este ilusionista que por su timidez se creó el personaje de El Mago Pop. También ha asombrado a celebrities como Antonio Banderas, los hermanos Roca, Jorge Lorenzo o Neymar. Desde enero llena el teatro Calderón [más de 1.100 butacas] con su espectáculo La gran ilusión, que desaparecerá de la capital el 6 de marzo. Un show que compagina con su programa en Discovery Max (el último de la temporada se emite en Nochebuena y le acompaña Sergio Dalma), su actuación en la última gala benéfica de Eva Longoria o en la próxima cena navideña del Arsenal.

Pregunta. ¿Cuándo dejó la magia de ser una pasión para convertirse en su profesión?

Respuesta. No tuve un momento tipo Concha Velasco y su “mamá, quiero ser artista”, fue algo progresivo. Si a mis 9 años les hubiesen preguntado a mis padres qué quería ser de mayor habrían dicho que mago, porque no me interesaba nada más.

P. ¿No le empujaron a ir a la universidad?

R. Ellos siempre me animaron a ello, de hecho, estudié teatro porque me apasiona y entiendo la magia como un arte escénico. Creo que el mago es un actor que interpreta ese papel y en mi formación he trabajado mucho el teatro porque, además, era mi punto débil. Sin un personaje fuerte es muy difícil triunfar. Mis referentes, como Houdini o David Copperfield, son grandes showmans.

P. En su obra hace un llamamiento para que la magia deje de ser un entretenimiento de bar. ¿Está desprestigiada?

R. La hemos visto mucho en bares, bodas, comuniones... pero ha dejado de estar en teatros durante muchos años. En una ciudad tienen grandes musicales y obras, pero raramente un espectáculo de magia. Y creo que esta tiene una potencia alucinante y la capacidad de gustar a todas las edades. Además, es un entretenimiento maravilloso que nos saca ese niño que tenemos dentro.

P. Qué prefiere, ¿mago o ilusionista?

R. A mí me gusta más ilusionista, ¡a pesar de que llevo la palabra mago hasta en el nombre! Lo veo más acertado por lo que creamos: el público sabe que lo que hacemos no es verdad, yo sé que ellos lo saben, y al final todos lo obviamos. Es un pacto muy bonito. Los magos somos los únicos que tenemos derecho a mentir, aunque otros no lo tienen y lo ejercen.

P. ¿Le gustan más los trucos de cerca a pesar de sus peligros?

R. Hacer magia en público significa que todas esas horas de práctica que nunca me había planteado si valdrían para algo están en un número de cinco minutos. En los próximos años me gustaría probar a hacer cosas de mayor formato, pero sin perder esa cosa íntima y cercana, porque es cuando te la juegas y es más puro.

P. ¿El peor espectador es el que intenta pillarle en cada juego?

R. Antes no me gustaban nada, pero en los últimos años disfruto mucho viendo a aquel que se toma la magia como un reto intelectual y que al final del espectáculo ha abierto sus ojos como platos porque hay un momento en el que se ha dejado llevar. Contemplar eso desde el escenario es una gran satisfacción.

P. ¿Stephen Hawking fue su gran reto?

R. Ha sido de las experiencias más heavys de mi vida. Era un desafío hacer magia a una de las mentes más brillantes del mundo e intentar dejarle sin argumentos durante un instante.

P. ¿Qué opina sobre la difusión de los trucos por Internet?

R. Los tutoriales que están bien explicados para que la gente aprenda de manera ordenada me gustan. Los que son para destripar a magos, no tanto. Creo que es guay que no sea tan difícil acceder a la magia. En mi infancia, sin YouTube —me acabo de sentir viejo—, conseguir aprender era superdifícil. Mi mayor aprendizaje fue en la soledad y con vídeos de Copperfield todo el día, mi mayor influencia.

P. ¿Aspira a hacer desaparecer la Estatua de la Libertad?

R. Me encantaría. Ya hemos hecho algo grande para el especial de Navidad de La Sexta… Las grandes ilusiones me fascinan.

P. “Se preguntarán si soy bueno y divertido”, dice al inicio de su show. ¿Lo es?

R. [risas] No sé si soy divertido, pero la sensación que tengo es que el espectáculo lo es. Y lo de que soy bueno ya va a gustos… ¡para mi madre soy un fenómeno!

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Sobre la firma

Elisabet Sans
Responsable del suplemento El Viajero, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en secciones como El País Semanal, el suplemento Revista Sábado y en Gente y Estilo. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Ramón Llull de Barcelona y máster de Periodismo EL PAÍS.

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