Los okupas en Londres llevan pajarita
El fotógrafo Mark Cawson, que fue okupa, refleja en un libro tres décadas de vida de este colectivo en la capital inglesa
Mientras otros chavales de 15 años jugaban a ser George Best, el fotógrafo Mark Cawson (Nairobi, 1959) aprendía a utilizar su Minolta de 35 mm y descubría la magia del líquido de revelado sobre la imagen. En 1976, con apenas 17 años, Cawson ingresó en la escuela londinense de Hornsey, célebre por su aproximación experimental al arte. Eso le abrió las puertas a un estilo de vida contestatario en el que la okupación de casas era la rutina de sus compañeros de estudios. Cawson –cuyo nombre de guerra es Smiler– acaba de publicar Smiler: Photographs of London (ed. Sorika), una colección de imágenes de los okupas de los años setenta, ochenta y noventa que refleja un estilo de vida al margen de la sociedad, ligado a la cultura, salpicado con una relación algo convulsa con las drogas y con la capital británica como telón de fondo.
El fotógrafo keniata asegura que la única intención de sus imágenes (en blanco y negro y realizadas con una Nikkormat FTN) era documentar su propia vida y reflejar la existencia de un movimiento okupa en zonas como King’s Cross o el oeste de Londres. Cawson recuerda que los jóvenes artistas que vivían en las casas ocupadas procedían de todos los estratos sociales: “Eran estudiantes de clase media de Irlanda y Escocia tratando de buscarse la vida en una nueva ciudad. Entre ellos había artistas y músicos”.
El alcohol siempre estuvo muy presente en las vidas de estos okupas, pero fue el auge de la heroína que dominó la primera mitad de los 80 lo que se llevó por delante a muchos jovenes. Luego vinieron las drogas de diseño
Inaugurada con la traumática separación de los Beatles, la década de los setenta se caracterizó por el espíritu contestatario de la sociedad, por el Do it yourself (hazlo tú mismo) y se volvió más gris con la llegada de Margaret Thatcher al poder en 1979. Tres años antes, en 1976, Smiler y su amigo, el escritor Neal Brown –también okupa–, se vieron envueltos en los disturbios del carnaval de Notting Hill, suceso que inspiró la mítica canción de los Clash, White riot.
En ese mismo lugar, un año más tarde, una casa okupada en Freston Road declaró su independencia de Reino Unido bajo el nombre de Frestonia: “No he conocido esta historia hasta que he editado el libro; lo cual me hace reflexionar acerca de que ser okupa no era ningún movimiento”, dice el fotógrafo. Cawson terminó la escuela de arte en 1981, pero asegura que el estilo de vida alternativo que había escogido continúo durante varios años más.
El alcohol siempre estuvo muy presente en las vidas de estos okupas, pero fue el auge de la heroína que dominó la primera mitad de la década lo que se llevó por delante a muchos jovenes squatters. Luego vinieron las drogas de diseño: “En 1988 tuvo lugar el segundo verano del amor [el primero fue en 1967], lleno de MDMA, que supuso el comienzo de las raves. Era una época para experimentar y eso, por supuesto, también incluía a la música”.
Cawson habla de la coexistencia de los géneros musicales como de un “gran guiso” punk que se fue transformando en new wave, hip hop, electrónica. Reconoce el fotógrafo que ver su trabajo en un libro ha sido una grata sorpresa: “Las imágenes son como el whisky: aumentan su sabor con el paso de los años y nos ayudan a trazar mapas para entender nuestro tiempo”.
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