_
_
_
_
Porque lo digo yo
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Compro, vendo

En las islas británicas, además de por el té, la puntualidad y la reina, sienten pasión por las subastas

María Porcel
Subasta del cuadro 'Nu couché' el martes en Christie's.
Subasta del cuadro 'Nu couché' el martes en Christie's. CORDON PRESS

Debe ser cosa intrínseca de Albión. En las islas británicas, además de por el té, la puntualidad y la reina, sienten pasión por las subastas. Todo es susceptible de ser comprado, de ser vendido y de volver a empezar ese proceso de nuevo.

La propia Christie's fue fundada en Londres hace ya 250 años por el señor James ídem, que consiguió darle un lustre al apellido que ni la mismísima Agatha (quizá que ella sí, pero le viene de su marido y esa ya es otra historia…). Desde entonces por allí han pasado desde picassos y warhols hasta La peregrina, la perla entre las perlas que un día colgó del cuello de Elizabeth Taylor.

El caso es que en las islas se ha hecho fuerte la compraventa de chismes bonitos. Bonitos o feos, pero interesantes y casi siempre instigadores del cotilleo (o miren las cartas del amante de lady Di, que pide 100.000 librazas por ellas). No hay más que ver la que hay montada con el armario de Margaret Thatcher. Todos quieren sus sobrios bolsos negros, sus platos de porcelana fina, su vestido de novia de terciopelo azul —y mira que era poco Blue Velvet—, su maletín de prime minister con el emblema de la reina. Quizá el museo Victoria & Albert, tras dimes y diretes, se quede con la ropa de la primera primera ministra. Desde sus blusas de lazada seventies que hoy han vuelto, como el péndulo, a los escaparates, hasta sus sencillos trajes de chaqueta. ¿Acabarán expuestos en vitrinas los trajes monocolor y multicolor de Angela Merkel? ¿Irán las masas en peregrinación a comprobar si la chaqueta en cuestión tenía tres botones o cuatro? Aguanten 30 años, que ahí estarán.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_