12 rincones maravillosos (y poco conocidos) de Aragón
El valle de Ordesa, Sos del Rey Católico, las torres mudéjares de Teruel, la sierra de Guara... Aragón está lleno de sitios famosos con encanto. Sin embargo en las tres provincias se pueden encontrar otras pequeñas joyas naturales o monumentales menos conocidas pero tan recomendables como aquellas. Estas son 12 de mis favoritas. ¿Cuál más añadirías?
1. Castillo de Loarre (Huesca)
El primer impulso de la mayoría de visitantes que llega al castillo de Loarre es dar unos golpecitos con los nudillos en la fachada para comprobar que es de verdad y no un decorado de cartón-piedra. Pero en efecto: es real. Y los nudillos se resiente al chocar contra la dura sillería de roca caliza levantada en el siglo XI por el rey navarro Sancho el Mayor para fortificar la inestable frontera pirenaica frente al enemigo musulmán de la llanura oscense. De forma milagrosa este castillo altivo y solitario sobre un espolón de roca del prepirineo ha llegado a nuestros días como el mejor ejemplo de arquitectura civil y militar románica, con un grado de conservación que levanta envidias. En él se han rodado numerosas películas, entre ellas The kingdom of heaven, de Ridley Scott, o Miguel y William, de Inés París.
Más info: Castillo de Loarre
2. Mallos de Riglos (Huesca)
Una imagen sorprendente obliga a alzar la mirada a quienes recorren las orillas del río Gállego por la pequeña carretera A-132. Unas gigantescas peñas aisladas y de paredes verticales que parecen mazorcas de maíz empequeñecen el paisaje. Son los Mallos de Riglos, curiosas formaciones de gravas cementadas, producto de la erosión sobre las morrenas de los glaciares que bajaban del Pirineo. Los Mallos de Riglos han sido la escuela de generaciones enteras de escaladores españoles. La tranquilidad de sus 66 habitantes contrasta con el continuo ir y venir de escaladores de todo tipo y edad ataviados con ropas de colores, cuerdas y mosquetones. Las paredes de los mallos, de absoluta verticalidad, parecen desprender fuego cuando el sol se pone sobre ellas.
Más info: Mallos de Riglos
3. Ciudadela de Jaca (Huesca)
El valle del río Aragón, en el Pirineo oscense, fue siempre un paso pirenaico estratégico, de ahí las numerosas fortalezas que lo jalonan. Pero de todas, la más espectacular es la ciudadela de Jaca, una fortaleza defensiva de forma pentagonal construida por orden de Felipe II en 1592. Su misión era asegurar la frontera ante las revueltas y matanzas que se estaban produciendo en el lado francés durante las guerras de religión entre católicos y hugonotes protestantes. También controlar a los ariscos habitantes de ese confín del reino. Vista desde el aire se aprecia su perfecta geometría pentagonal, con un baluarte artillado en cada una de sus cinco puntas. Curiosamente, la única operación militar en la que se vio envuelta fue durante la Guerra de Independencia contra las tropas napoleónicas. Y en ese momento, eran los franceses los que estaban dentro y los españoles fuera, ya que previamente la habían abandonado.
Más info: Ciudadela de Jaca
4. San Juan de la Peña (Huesca)
San Juan de la Peña no es solo el más emblemático de los monasterios aragoneses; es también el más original porque no está en ningún llano despejado sino dentro de un abrigo de roca que parece cobijarlo con amor materno. Fue fundado en 1025 por Sancho el Mayor aprovechando una oquedad de la montaña prepirenaica en un paraje solitario y enigmático donde ya se refugiaban eremitas. Poco a poco fue creciendo hasta convertirse en un importante monasterio y primer panteón de los reyes aragoneses y navarros mientras la corona de ambos reinos permaneció unida. El elemento más característico y sugerente de San Juan de la Peña es su famoso claustro románico, construido bajo el abrigo de roca conglomerada. En 1675, tras un incendio terrible y hartos de la humedad y los constantes desprendimientos de piedras, los monjes decidieron trasladarse al altiplano que corona la montaña y fundar allí un nuevo recinto: San Juan el Nuevo.
Más info: San Juan de la Peña
5. Palacio de la Aljafería (Zaragoza)
La Alhambra en Zaragoza. Eso piensan los viajeros primerizos cuando entran a este palacio musulmán situado en pleno centro de la capital aragonesa y se quedan estupefactos al ver esas arquerías de yesos, esos estanques llenos de fuentes y flores y esos salones forrados en mármol tan lejos de Al-Andalus. Pero es que el poder musulmán también llegó hasta Zaragoza y la Aljafería es el mejor palacio que nos ha quedado de aquella época en Aragón. Después el palacio fue ocupado por los monarcas cristianos aragoneses, que realizaron obras de ampliación. La más importante fue la realizada por los Reyes Católicos en 1492. El lugar más famoso del palacio es la torre del Trovador, donde según la leyenda sufrió prisión el poeta Manrique de Lara. La historia inspiraría posteriormente la famosa ópera de Verdi, Il trovatore, que convirtió esta torre en escenario de la trama.
Más info:Palacio de la Aljafería,Turismo de Zaragoza
6. Puente y ermita de San Urbez (Huesca)
Si remontamos el río Bellós por las sinuosa carretera que parte de Escalona, a unos 13 kilómetros encontraremos un puente de piedra lanzado de forma imposible sobre la estrecha y profunda garganta que el río talló en esta zona pirenaica. Si nos atenemos a la leyenda, el puente lo creo de forma milagrosa un ermitaño, San Urbez, apoyando su cayado entre las dos orillas dada la imposibilidad de que la ingeniería humana del momento fuera capaz de semejante proeza tecnológica. Pero por muy milagrero que fuera el santo, lo cierto es que fueron canteros románicos los que construyeron este pequeño pero delicioso vado de piedra, suspendido sobre un precipicio insondable. Otro puente más moderno en paralelo a éste permite apreciar la fastuosa obra de ingeniera que tuvo que llevarse a cabo para poder construir de manera tan airosa la pasarela. En uno de los lados está la cueva donde vivió San Urbez en el siglo VIII, hoy convertida en ermita.
Más info:Ermita deSan Urbez
7.Iglesias mozárabes del Serrablo (Huesca)
Un conjunto de pequeñas iglesias se concentra a orillas del río Gállego, en la comarca oscense del Serrablo, muy cerca de Sabiñánigo. Durante mucho tiempo estuvieron abandonadas y desprotegidas, hasta que los expertos las dataron como la mejor muestra del arte mozárabe que había sobrevivido en las faldas de los Pirineos. Para otros podrían datarse como el primer románico aragonés. De todas ellas, seguramente, la más bonita sea la de San Pedro de Lárrade, con su planta de cruz latina y su elegante campanario. La de San Juan de Busa, que no tiene ni campanario ni ábside, es una de las más simbólicas, repleta de elementos decorativos mozárabes. También destacan las rosetas que adornan la fachada de la torre de San Bartolomé de Gavín.
Más info:Iglesias del Serrablo
8. Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno (Teruel)
Un color tan característico no podía pasar desapercibido. Las areniscas del Triásico que afloraron en la sierra de Albarracín, de fuerte color rojizo, fueron modeladas y redondeadas por el agua y el hielo hasta formar una raridad geomorfológica que llama la atención del visitante y de los geólogos. Un paraje de una inconfundible tonalidad almagre y de perfiles atormentados por grietas, cárcavas, torreones y viseras. Y sobre ese lienzo de piedra colorada, el manto verde y marrón de los pinares de rodeno. Aunque en realidad este tipo de pino no es el más adecuado para terrenos pedregosos, la especie consiguió hacerse un hueco en este paraje de areniscas echando raíces entre las gritas, lo que ha contribuido aún más a fracturar el terreno. FOTO/Paisaje cultural de Albarracín
Más info:Parque cultural de Albarracín
9. Roda de Isábena (Huesca)
Roda de Isábena se hizo famosa en finales de los años 70 cuando el famoso ladrón de obras de arte Erik el Belga expolió su catedral. Muchos españoles se enteraron a raíz de ese suceso que Roda de Isábena tenía uno de los templos más hermosos del Pirineo, joya del arte aragonés que acogió el primer obispado del Condado de Ribagorza, además de un casco histórico digno de un decorado medieval. En torno a esa catedral, levantada por canteros aragoneses y navarros hacia 957, se aglutinó buena parte de la reconquista de lo que luego sería el condado y reino de Aragón. Aún hoy muestra una magnífica mezcla de estilos. La joya es el claustro, construido en el siglo XII según los patrones románicos.
Más info: Roda de Isábena
10. Valderrobles (Teruel)
La impronta renacentistas aparece en cada esquina, en cada palacio, en cada iglesia de esta localidad, considerada uno de los conjuntos arquitectónicos mejor conservado de Aragón. Al igual que hacían los habitantes de villa cuando la ciudad dependía del arzobispado de Zaragoza, entre 1307 y 1811, el visitante moderno accede a ella por el puente de cuatro arcos que salva el río Matarraña hasta el portal de san Roque. Desde allí se puede seguir hasta la plaza de España, de pequeñas dimensiones pero cargada de edificios señeros, como el Ayuntamiento, obra ejemplar del Renacimiento aragonés, y la Casa Gótica, edificio multiusos a lo largo de la historia: granero, hacienda pública, palacio de justicia. El castillo, construido entre 1393 y 1411 por el arzobispo Fernández de Heredia, fue rehabilitado a finales de los setenta lo que permite hoy disfrutar de la sala capitular y de la gran sala de las Cortes en todo su esplendor.
Más info: Turismo de Valderrobles
11. Judería de Tarazona (Zaragoza)
Juderías, antiguos barrios donde habitaba la comunidad judía, quedan muchas en España. Pero una de las más famosas y bien conservadas es ésta de Tarazona, que en realidad son dos juderías: la nueva y la vieja. La primera se localizaba a los pies de la Zuda –palacio del Gobierno- y abarcaba las actuales calles de Judería, Rúa Alta, Rúa Baja y Aires. Como se quedó pequeña, en 1450 la aljama se amplio por la cuesta de los Arcedianos y en torno a la plaza de Santa María, separándose de la zona cristiana mediante dos puertas. Juntos, pero no revueltos. El Centro de interpretación Moshe de Portella de Tarazona repasa a través de paneles y multimedia la historia del pueblo judío desde sus orígenes históricos y profundiza en la vida de esta comunidad en Tarazona hasta su expulsión en 1492.
Más info: Turismo de Tarazona
12. Rubielos de Mora (Teruel)
Otro de los más afamados recintos monumentales de la montaña turolense. Y con razón. Todo el casco histórico es un catálogo de edificios civiles y eclesiásticos de gran valor arquitectónico y perfectamente rehabilitados, que abarcan desde el periodo renacentista al pleno barroco. El Ayuntamiento, un resumen de las mejores técnicas del renacimiento aragonés del XVI, alberga en su patio interior una lonja soportada por columnas toscanas. Dentro del recinto intramuros está también Santa María la Mayor, el principal templo de Rubielos, una construcción barroca con una sola nave. Del viejo recinto de murallas quedan aún dos puertas.
Más info: Turismo de Rubielos de Mora
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