Egon Soda, veteranos fuera de duda

Hay grupos que ya sea por presiones del sello por el que han firmado o por la voracidad inherente del consumo musical en la era digital aparecen demasiado pronto, cuando todavía no han demostrado todo su auténtico potencial. Egon Soda no es uno de los ellos. Los barceloneses son perros viejos en esto de la música, curtidos en mil batallas. Por ejemplo, su líder, Ricky Faulkner, ha estado en Sanpedro, Standstill o Love Of Lesbian. Por eso, cuando sacaron su álbum de debut el pasado 2008 sus tablas estaban fuera de toda duda. Eran unos debutantes que se notaba que se habían fogueado mucho en la escena nacional. Por eso ese primer LP de título homónimo se alzó entre lo mejor de ese año, que tenía la feroz competencia de otros ilustres advenedizos como Klaus & Kinski, ahora potencialmente disueltos pero una de las formaciones más interesantes que ha dado el panorama alternativo por sus letras cotidianas, gente que ahora llena grandes recintos como Vetusta Morla y Russian Red, o The New Raemon, precisamente su padrino musical en su primera etapa en la discográfica Cydonia.

En estos siete años, Egon Soda se han mantenido como una constante en el indie patrio. En 2013 llegó el cachondamente titulado El Hambre, El Enfado Y La Respuesta. El Difícil Segundo Disco De Egon Soda, que de complicado no tenía nada teniendo en cuenta sus resultados, en los que buscaban nuevas fuentes de inspiración para dotar de frescura a un sonido ya de por sí sólido y maduro. La semana pasada Naïve llevó a las tiendas su tercer largo, Dadnos Precipicios, fruto de dos semanas de grabación en unos estudios del Penedès, la tierra del cava. En él confluyen todas sus influencias de rock, pop, americana, folk y hasta latencias latinas. Cuenta con la colaboración de Gorka Benítez (saxo y flauta) y Enric Montefusco de Standstill.