Piel de gallina o gallina de piel

Cuando es hora de matizar realidades; cuando el mundo llora; cuando las haches de los nombres que callan, gritan; cuando los derechos se convierten en algo relativo, es entonces cuando es hora de definir conceptos. Hace un tiempo, mis definiciones hubieran sido distintas. Piel de gallina era cuando su mano rozaba la mía, y gallina de piel era cuando sentía las garras de Pennywise mientras leía a Stephen King. Pero ahora es distinto.

Piel de gallina es darle al play, es ese espantoso color naranja de sus trajes, es ver que el fuego quema, el agua ahoga, la hoja corta y la jaula asfixia. Piel de gallina cuando van en esas barcas de plástico. Cuando se caen de ellas y el mar los abraza como esperaban que lo hiciéramos nosotros. Piel de gallina es querer darlo todo y no poder hacer nada.

Gallina de piel es el que se aferra a la frialdad del arma para que el disparo sea preciso. Es quien levanta una verja y quien la defiende. Es el que aprieta el botón, el que encarcela, el que graba y quien mira hacia otro lado. Pero sobre todo, gallina de piel es el que quiere darlo todo y se autoconvence desde la comodidad del sofá de su casa de que no puede hacer nada.— Ester Álvarez.