Llegar a Marte en 2030
Por Chema Vera(@chema_vera), director de Oxfam Intermón, y Javier Martos, director ejecutivo de UNICEF Comité Español.
Bertrand Badré, director de la Oficina Financiera del Banco Mundial, declaraba hace unos días a El País que “eliminar la pobreza es como viajar a la Luna. Muy ambicioso pero posible”. En los últimos tiempos se ha materializado sobre la mesa del debate mundial la más ambiciosa agenda de la historia para 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Una vez adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas, merece la pena destacar algunas claves que entendemos debe asimilar la sociedad española (gobiernos, empresas, sociedad civil) para lograr un desarrollo incluyente, equitativo y sostenible en todo el planeta, pero también de fronteras para dentro.
España debe reducir a la mitad sus propios niveles de pobreza para 2030, y alcanzar la meta de menos de 5 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión para cumplir con la agenda acordada. Pero además tiene que participar activamente en el compromiso común de asegurar que los países en desarrollo cuenten con los recursos y las políticas que faciliten el cumplimiento de las 169 metas incluidas en los 17 objetivos de la Agenda de Desarrollo Sostenible. La equidad, la sostenibilidad y la coherencia deben unir todas las políticas públicas para evitar el tan habitual en casa del herrero, cuchillo de palo.
Esta es la idea común a los contundentes datos del informe España frente a los retos de la Agenda de Desarrollo Sostenible. Un estudio elaborado por Oxfam Intermón con el apoyo de UNICEF Comité Español, que facilita al futuro Gobierno de España la estrategia para afrontar los Desafíos a los que nos enfrentamos. El informe analiza la realidad social, económica y medioambiental de nuestro país, y pone encima de la mesa una hoja de ruta cuyo pistoletazo de salida debe consolidarse con el arranque de la próxima legislatura.
Son Desafíos con mayúscula en esta España en la que la crisis y las medidas adoptadas para hacerla frente han castigado duramente a la sociedad. Preocupa el incremento del riesgo de pobreza y vulnerabilidad, que alcanzaba en 2014 al 29,2% de la población y a un 35,8% de los menores de 18 años. En total, tres millones de niñosestán en riego de pobreza o exclusión en España. Si queremos reducir esas vergonzosas cifras es urgente revisar las políticas de protección social y dotarlas presupuestariamente. La meta para 2030 nos obliga a reducir el dato de pobreza infantil a poco más de un millón, y estaríamos solo ante un aprobado raspado.
El camino lo puede marcar la adopción de un Pacto de Estado por la Infancia que otorgue prioridad a los derechos de los niños. En educación, donde el gasto público no ha parado de disminuir (en 2013 estaba al mismo nivel que en 2005), necesitamos alcanzar un 7% del presupuesto para 2020 si queremos una educación de calidad, inclusiva y equitativa. Para cumplir con sus nuevos compromisos, el Gobierno debe aumentar la inversión pública en políticas de protección social de las familias y la infancia de nuestro país, que actualmente es el 1,4% del PIB, y aproximarla a la media de la Unión Europea (2,2%) en 2020.
Por primera vez, no solo se habla de pobreza sino también de desigualdad: en nuestro país, en 2030 el 40% más pobre de la población debería tener más riqueza que el 10% más rico. Y avanzar en igualdad de género y de empoderamiento de mujeres y niñas. ¿Seremos capaces en España de poner fin a todas las formas de discriminación contra ellas? ¿Podremos eliminar todas las formas de violencia que sufren? ¿Conseguiremos reducir a cero en 2030 la desigualdad salarial –que en 2013 era del 19,3%?
Es capital pues invertir en la dirección correcta, con voluntad política y presupuestos: un desarrollo sostenible para nuestro país y el mundo en 2030 es un reto rotundamente obligatorio para España. Para que sea equilibrado hay que recuperar el rumbo de la política de cooperación al desarrollo y volver a encarar el objetivo del 0,7%. Si se ponen recursos y voluntad, la Luna está más cerca de lo que parece. Y con la misma agenda marcada en el calendario de todos los países del mundo, la ruta podría llegar hasta Marte. Ese sí que es un reto “muy ambicioso pero posible”.
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