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Keylor juega el derbi hasta la madrugada

El portero del Madrid apenas durmió para examinar sus acciones ante el Atlético. Sus paradas valen más puntos en Liga que los goles de Cristiano

Diego Torres
Keylor Navas celebra con Marcelo y Ramos tras pararle el penalti a Griezmann en el derbi.
Keylor Navas celebra con Marcelo y Ramos tras pararle el penalti a Griezmann en el derbi.SERGIO PEREZ (REUTERS)

A las cuatro de la madrugada del lunes Keylor Navas seguía repasando sus jugadas por televisión. Insomne, se examinaba a sí mismo. Verificaba la acción que le había permitido parar el penalti a Griezmann en el minuto 22, o las razones de su parada a Jackson en el minuto 91 del último derbi, el domingo en el Calderón.

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El portero del Madrid recordó que le detuvo un penalti a Villa en el Camp Nou del mismo modo. Esperando. Aguantando sin tirarse hasta el último instante para poder confirmar los apoyos del ejecutor, el ángulo del eje de su cuerpo, los indicios que permiten anticipar el sentido del tiro. Si irá a la derecha o a la izquierda, o al medio. Keylor no saltó hasta que Griezmann no golpeó. Solo un atleta superdotado, alguien con muelles en los cuádriceps, puede permitirse tanta paciencia.

Al repasar en la tele el gol que evitó a tiro de Jackson vio que el balón describió una trayectoria engañosa, una parábola de afuera hacia adentro que le obligó a cambiar de mano. Cuando despegó pensó que llegaría con la izquierda, pero la pelota ganó altura y giró obligándole a sacar la derecha. Más que frenar a Jackson, el gesto congeló al Calderón. La multitud empujaba dirigida por el braceo espasmódico de Simeone, el Atlético se inflamaba por el ruido, y el Madrid se aflojaba. La actuación del costarricense valió un punto. Sumado a los puntos que propiciaron sus intervenciones contra el Athletic, el Málaga y el Granada, su presencia ha evitado que el equipo caiga a cinco puntos por debajo del líder.

El costarricense, a quien el United le prometió 25 millones de euros, está en la base de la escala salarial

“Dios me ayudó a tomar buenas decisiones”, concluyó, al salir del campo. Sus compañeros dicen que su seguridad en sí mismo resulta tan cómica como inquietante. Es un fanático. A sus 28 años se muestra absolutamente convencido de que no hay nadie capaz de competir mejor que él y vive autoimponiéndose disciplinas. Sus rutinas de rigor le hacen sentirse poderoso: la Iglesia, la lectura minuciosa de la Biblia, o la renuncia al alcohol. No bebe ni en días de fiesta mayor.

Keylor no duda. Pero los informes que remitió la secretaría técnica a la directiva madridista cuando acabó la temporada pasada reflejaban incertidumbres. Los expertos decían que se trataba de un portero un tanto heterodoxo, de grandes cualidades técnicas, objetivamente apto para defender la portería de un gran club pero inexperto. Concluían que necesitaba pasar por una prueba para confirmar su aptitud, y que ese tránsito debía medir su fuerza mental. Al cabo de siete jornadas de Liga, el hombre despeja la neblina. El derbi hace pensar que posee un carácter a prueba de cataclismos. Muchos futbolistas profesionales se hunden sin razón aparente. Keylor puede afirmar que flotó aun cuando sobraban los motivos para su naufragio.

La sensación de despecho que sintió cuando el Madrid le anunció que ficharía a David de Gea en la tarde del 31 de agosto, su consecuente firma por el United, y el bloqueo de su salida cuando los ingleses le aseguraban 25 millones de euros netos, le descolocó de tal modo que aquella noche lloró desconsolado. “Su cara podría ser la cara de alguien que ha perdido a toda su familia en un accidente aéreo”, observó un compañero, tras verle en aquellos días.

Navas no ha vuelto a mencionar el incidente entre sus colegas. Simplemente, ha sobrevivido. Como cuando dejó su casa en la frontera con Panamá para irse a vivir con 15 años a una pensión de un barrio marginal de San José. Cada mañana, cuando iba a los entrenamientos, se cruzaba con pandilleros y narcotraficantes. Su madre, una maestra de escuela que tuvo que sacar adelante a los hijos sola, le llamaba para que regresara pero él estaba empeñado en ser futbolista profesional. Sin apenas recursos para aprender, en las categorías inferiores del Deportivo Saprissa, perseveró hasta que le convocaron para la selección Sub 17 de Costa Rica que acudió al Mundial de Finlandia. Allí cobró su primer dinero: 600 dólares. Se los envió a su madre para reparar el falso techo roto de su casa en San Isidro.

Hoy Keylor está en la base de la escala salarial del Madrid. Es el que menos cobra de los titulares: tres millones brutos. Pero ha ganado más puntos de Liga que Cristiano.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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