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Tentaciones

Malvadas de reality, ¿por qué nos atraen tanto?

Maite, de Gran Hermano, se ha convertido en una estrella en menos de una semana. Pero ella es la última de una larga lista de reinas del drama de la telerrealidad

María José Galera, Marta López, Noemí Ungría, Aída Nízar, Nagore Robles… La historia de Gran Hermano está marcada por grandes damas del entretenimiento a las que la audiencia ha cortado las alas en la primera expulsión. Muchos no daban ni un céntimo por la decimosexta edición del reality en nuestro país alegando muestras de flaqueza y años recientes con personajes faltos de carisma. Sin embargo, a bote pronto, en los últimos días en las calles no sólo se habla de las ínfulas independentistas de Mas y sus secuaces nacionalistas, sino también de un inesperado terremoto televisivo que ha dado sentido a todos los voyeristas de la telerrealidad: Maite Galdeano, la pamplonesa que en tiempo récord ha puesto patas arriba los cimientos de la célebre casa de Guadalix de la Sierra.

Los directores de casting lo han bordado. Maite se presentaba en la gala inicial como una mujer sin complejos y de talante inexpugnable, además de como la típica madre moderna que no tiene problema alguno en salir de fiesta con su hija de 19 años (Sofía, que también está dentro el programa y es para darle de comer aparte). Hasta aquí todo bien. Pero lo que nadie esperaba es que esta conductora de autobuses entraría en cólera a las pocas horas de empezar el programa y desquiciaría a sus compañeros como nunca antes se ha visto en un reality patrio. El ‘Súper’ no pone las órdenes de convivencia, más bien ella. Con un par.

Lo suyo es pura astracanada. Soez como pocas, la Navarra tiene una alta estima de sí misma que muchos ya quisieran. Y encima se define como “la elegida de Dios”. Sí, guarda ciertos paralelismos con la incendiaria Aída Nízar, pero ni de lejos la Nízar llegó a protagonizar dentro del reality momentazos tan surrealistas y desternillantes como los que ella solita está generando.

Esos cambios de humor propios de una paciente de la López Ibor; la amoral relación que mantiene con su hija (a la que animó a que se acostara con otro concursante, así, sin miramientos); el exhibicionismo del que hace gala cuando no le dejan dormir por las noches y se pasea por la casa enseñando sin pudor sus vergüenzas; ese ego exacerbado que roza la parodia; su fascinación por los jovenzuelos, y si son de color mejor… Convivir con Maite se antoja imposible, pero como espectador ella es la razón por la que millones de espectadores se han enganchado al televisor.

Esta misma noche su permanencia en el concurso pende de un hilo. Está nominada junto a su hija y una drama queen llamada Raquel que llora por las esquinas porque no es el centro de atención de nadie. Dejemos de dar lecciones de ética y entreguémonos al espectáculo. Maite debe quedarse sí o sí. Desde que sabe que puede irse de patitas a la calle por el voto democrático del espectador ha apaciguado su carácter y se muestra algo más conciliadora, pero la bestia sigue residiendo en sus entrañas y, por justicia televisiva, más temprano que tarde volverá a manifestarse. No caigamos en el error de expulsarla: aquí el show es lo primero. En ediciones pasadas se cometieron grandes injusticias expulsando a caracteres explosivos como los siguientes, y sin ellos ni Gran Hermano ni ningún programa de sus características tendría realmente sentido. Lo políticamente correcto aburre.

Aída Nízar

Gracias a ella la quinta edición del reality fue apoteósica. Esta estudiante de Derecho vallisoletana de raíces jordanas no solamente fue el azote de sus compañeros, sino toda una maestra de la provocación fuera de las paredes de la casa de Guadalix. Como suele ocurrir con todos los concursantes que en los primeros días sufren de incontinencia verbal, la audiencia le echó de patitas a la calle en la primera semana. Y motivos había de sobra: las trifulcas que tuvo con Carla (a la que no dudó en tirar un vaso de agua en la cara alegando que al ser de color olía mal), sus delirantes monólogos con Dios (quién no recuerda aquel “¿Señor, por qué me hiciste así? Tan diferente…”), su ego desmedido y la mala leche que rezumaba hicieron de la Nízar un personaje inigualable. Fue habitual de Crónicas Marcianas (hasta que se le fue la cabeza por completo y le soltó a un minusválido que estaba en la grada del público “Dios le da a cada uno lo que se merece” por negarle el saludo) y demás programas de Telecinco (su paso por Supervivientes en 2011 también fue motivo de debate nacional por aquel “¿dónde le gustaría ser enterrado a Ortega Cano?” que le soltó a Rosa Benito sabiendo que el torero permanecía en el hospital por aquel entonces).

Vetada desde hace años por Mediaset después de una insulsa metedura de pata que cometió como reportera de Sálvame, ahora se dedica como coach a levantar la autoestima de las almas hambrientas de libros de autoayuda. Estaba predestinada a ello. ¿Quién mejor que ella puede dar lecciones de estabilidad emocional en este país? Ojalá vuelva algún día al ojo público. Sus horas en televisión fueron oro puro, pese a quien pese.

Inma Contreras / Bea “La Marquesa”

Meter en una misma casa a una mujer que bien podría ser un híbrido de Mónica del Raval con Divine y una pija con ínfulas de marquesa siempre es un acierto. Inma se presentó a Gran Hermano 7 pintada como una auténtica puerta y con más kilos de bisutería que un bazar chino (pasan los años y su vídeo de presentación sigue siendo un documento audiovisual de obligada visión en las facultades de Ciencia de la Información). No obstante, al entrar en la casa y encontrarse con una rival igual de elegante que ella, sacó sus uñas contra Bea de inmediato. “La elegancia la llevo yo. No tú, vieja amargada” fue el grito de guerra que le dedicó a su contrincante. Al final el tiro les salió por la culata a las dos al ser expulsadas por la audiencia en segundo y tercer lugar, pero Vasile volvió a confiar en ellas años después reuniéndolas en aquel Gran Hermano all stars que fue ‘El Reencuentro’. De Inma no se sabe nada de nada a día de hoy (Avon perdió una gran oportunidad al no ficharla) y de Bea poco más de que acabó arruinada y despojada de todo glamour impostado.

Sonia Arenas

Exuberante a no más poder, durante años fue una cara habitual de Telecinco. Su paso por Gran Hermano 4 fue igual de breve que ardoroso, aunque una vez fuera de la casa que todo lo ve se vio inmersa en una sonada polémica al salir a la luz que mantuvo un romance con Bertín Osborne que, de la noche a la mañana, le puso en el punto de mira de sus entonces compañeros de fatigas en Crónicas Marcianas y demás rings televisados. Poco a poco su presencia en los platós fue menguando, pero nadie puede poner en tela de juicio que en sus años dorados se defendía de los ataques que recibía con una bravura admirable equiparable a la de otros púgiles mediáticos como Aída Nízar o su ex amigo Kiko Hernández. Fuera de Mediaset se las ha apañado más que bien como presentadora en televisiones locales. Sin embargo, aún seguimos esperando que algún día reaparezca en prime time a nivel nacional para desvelar muchos de los secretos y trapos sucios que vio en primera persona en los pasillos del templo de Vasile.

Carlos “El Yoyas”

¿Quién dijo que todas las historias de amor que se fraguan en el reality están condenadas al desastre? Por suerte no todos acabaron como María José “dime la verdad” Galera y Jorge Berrocal, el artífice de aquel histórico “¿quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?”. Carlos Navarro entró como un torbellino en la segunda edición de Gran Hermano, derrochando toda su chulería de la periferia barcelonesa. En realidad era un corderito pero, tan pronto inició una tormentosa relación dentro la casa con Fayna Bethencourt, la dirección del programa decidió echarle disciplinariamente alegando una agresión que ningún espectador pudo ver. También habitual de Crónicas Marcianas (aunque su momento más delicado lo protagonizó en La Isla de los Famosos de Antena 3, donde se enzarzó en una desagradable pelea en directo con la por entonces polemista Silvia Fominaya), se le ha visto además junto a Jordi Évole, ha hecho sus pinitos con la poesía urbana y actualmente es concejal de Decide en el municipio de Vilanova del Camí. Y lo mejor es que después de que muchos pusieran en evidencia su relación con Fayna, la pareja sigue más unida que nunca y tienen dos hijos. Él fue, es y será siempre un animal televisivo de los que deja huella.

Bea “La Legonaria”

Con mujeres como ella en La Legión podíamos sentirnos seguros. Por mucho que estuviera encerrada, sus gritos se escucharon en toda España durante semanas. La joven tenía un corazón de oro, pero cuando se calentaba más de lo debido soltaba por su boca veneno a granel. La sexta edición del reality estuvo marcada por sus broncas con Nicky, otro concursante de armas tomar que de haber participado recientemente habría sido una mina para la viralidad internauta. El pasado año reapareció una tarde en Sálvame para contar qué había sido de su vida después de su paso por Gran Hermano. Según dijo acabó dejando la legión (sin dar los motivos del porqué) y se dedica en cuerpo y alma a su hija y a pasar las tardes en el gimnasio. No fue grande, no, sino enorme.

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