En busca del mejor escenario de Madrid
El teatral desfile de Duyos insufla energía a la pasarela madrileña en su primera jornada
Más allá del pabellón 14 de Ifema, que acoge la 62 edición de la Madrid Fashion Week, la ciudad sigue su ritmo, casi ajena a lo que sucede dentro. El otoño le sienta bien a las calles de la capital y hace ya años que el recinto ferial genera una suerte de claustrofobia entre parte de la industria de la moda. Envidian las citas de París o Nueva York, donde los desfiles se celebran en lugares emblemáticos. Desde el Grand Palais hasta la azotea de un rascacielos de Manhattan. Con estos referentes en mente -y como confirma el presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME), Modesto Lomba-, se han iniciado conversaciones con el Ayuntamiento y la Comunidad. “No queremos crear un momento de crisis. Solo implicar a todas las partes y abrir un diálogo. Cuando traes a compradores o medios extranjeros y los llevas a algunas de las maravillosas localizaciones que tiene la ciudad aporta un valor añadido a tu propuesta. Y, al mismo tiempo, ayuda a potenciar la marca Madrid”, explica Lomba.
En la capital ya existe un precedente: la pasarela Mfshow, que se celebró la semana pasada y que organizó gran parte de sus presentaciones en el Palacio de Correos. Desigual también decidió mostrar ayer sus prendas para esta primavera/verano mediante una exposición en el Palacio de las Alhajas. “Sería genial que el sector hiciese palpitar a la ciudad entera. Pero esto es cómodo”, reflexiona el diseñador Juan Duyos. Ifema no solo sufraga el 30% del coste de la Madrid Fashion Week (el 65% restante corre a cargo de sus 16 patrocinadores). También centraliza en un único espacio todos los servicios que requieren las 42 marcas que presentarán sus propuestas hasta el lunes. Desde la sala de maquillaje hasta la de prensa. Ni medios ni compradores se ven obligados a cruzar la ciudad de punta a punta para saltar de un desfile a otro. Pero lo que se gana en confort se pierde en emoción. Al final todas las presentaciones se realizan en el mismo escenario, lo cual solo fomenta la sensación de uniformidad y dejà vú.
Que los organismos públicos están interesados, o al menos apoyan, la Madrid Fashion Week lo prueba una foto. Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, y Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad, presentes en el desfile de Duyos. Siempre ambicioso en su puesta en escena, el diseñador logró que el foco de atención saltara de la primera fila a la pasarela convocando sobre ella a un coro de 60 niños. El grupo buscaba ser un homenaje a la ONG África Kelele, que desarrolla programas de ayuda infantil y con la que el diseñador lleva involucrado seis años. Sus voces pusieron banda sonora a una colección donde el primoroso trabajo de bordado sobre tejidos naturales fue el protagonista absoluto. Un primer plano de sus vestidos confirma que Duyos es mejor cuanto más cerca.
Los Ailanto presentaron una de sus colecciones más sólidas. Los estampados fueron, como siempre, el punto fuerte de los hermanos Aitor e Iñaki Muñoz. Diseñados por ellos mismos, estaban inspirados en la obra del pintor y escenógrafo estadounidense David Hockney. El resultado: Batas de flores bajo chaquetas toreras con dibujos geométricos, y vaporosos vestidos ilustrados con costillas de Adán y envueltos en abrigos de cuadros. Destaca su utilización de una técnica de costura llamada meshwork, consistente en entrelazar cintas al bies como en una suerte de mimbre. De este material, precisamente, estaba hecha su colección de bolsos: el remate perfecto para una propuesta tan funcional como llena de sensibilidad. A todo este esfuerzo creativo se une el nada desdeñable honor de ser una de las pocas marcas de la Madrid Fashion Week que produce su ropa. Esta puede encontrarse, además de en puntos de venta multimarca, en sus dos boutiques de Madrid y Barcelona. Parece algo obvio que un diseñador venda sus prendas en tiendas, pero, desgraciadamente sigue sin ser lo habitual dentro del mercado español.
Entre las excepciones se cuentan otros dos diseñadores que desfilaron ayer: Ángel Schlesser, tan conciso con la aguja como con el color, y Roberto Verino, que cuenta con 180 puntos de venta en todo el mundo.
Lomba ha ido recuperando fuerza y licencias –para la fabricación de bolsos y productos de punto- después de que la empresa textil Kangaroos SL comprase su marca, Devota & Lomba, hace ya tres temporadas. Ahora vuelve a presentar línea masculina y estrena perfume.
La que sigue siendo víctima de una extraña maldición es Ágatha Ruiz de la Prada: cuando presenta faldas macetero, la crítica resulta tan evidente como manida: se trata de un ejercicio puramente estético sin traducción comercial posible. Pero cuando busca ser práctica -todo lo práctica que la madrileña es capaz - uno no puede evitar esperar a que aparezca el vestido flotador o la novia con la cabeza cubierta por flecos, como finalmente sucedió ayer.
Las modelos del millón de euros
La 62 edición de la Madrid Fashion Week tiene un coste de tres millones de euros, según confirma su directora, Cuca Solana. Ifema, el organismo que gestiona Feria de Madrid, aporta un 30% y los patrocinadores, un 65%. Esta temporada la pasarela cuenta con 16 sponsors: los más importantes, Mercedes, Inditex y L'Oreal. "Los diseñadores pagan una cuota de 4.000 euros que completa el presupuesto", explica Solana. Una de las partidas más grandes es la destina a las modelos. Sus honorarios suponen una inversión por desfile que oscila entre los 15.000 y los 20.000 euros, y que asume la organización. Teniendo en cuenta de que hasta el lunes se celebrarán 42 presentaciones, el monto supera los 800.000 euros.
La pasada edición, celebrada en febrero, contó con más de 48.500 visitantes. Este año hay acreditados 1.145 periodistas, 103 de ellos, extranjeros.
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