Ramón Laso, asesino a secas
Indignación por un titular que edulcora los crímenes de un hombre que mató a cuatro familiares, entre ellos sus dos sucesivas esposas y su hijo
Los veranos son propicios a las series periodísticas. EL PAÍS ha publicado varias el mes de agosto. Una de ellas, —Asesinos del siglo XXI—, en la edición de Cataluña y en la digital, abordaba la historia de criminales que alcanzaron una triste notoriedad mediática en los últimos años. Relatos que han coincidido con los horripilantes casos de violencia de género que han ensangrentado el verano.
La entrega del 15 de agosto estaba dedicada a Ramón Laso, condenado en 1993 por el asesinato de su esposa y de su hijo de seis años a 56 años de cárcel, de los que sólo cumplió ocho, gracias a beneficios penitenciarios. Una vez en libertad, Laso volvió a casarse y volvió a matar. Las víctimas fueron su segunda esposa y su cuñado. Aunque los cadáveres no se han encontrado, la Audiencia de Tarragona lo condenó por estos crímenes a 30 años de prisión el pasado octubre. Una historia estremecedora cuyo titular, Ramón Laso, el psicópata que mataba por amor, ha indignado a muchos lectores.
“Resulta especialmente repugnante y doloroso, inmersos como estamos en este terrible verano plagado de asesinatos machistas, leer en periódicos como EL PAÍS (con un supuesto prestigio y una supuesta sensibilidad progresista) titulares como ese”, escribía Mariana Baldeón en uno de los mensajes de protesta por este caso que me he encontrado en el buzón de la Defensora a mi regreso de las vacaciones de agosto.
“Continuar difundiendo el mito del amor romántico como explicación al asesinato permite perpetuar éste y otros comportamientos y actitudes que conforman la violencia de género”, añadía. Varias lectoras más se han quejado en parecidos términos de lo que califican de “titular machista”. Y es que, como señala también otro lector, Rafael Sanz: “Hablar de ‘matar por amor’ cuando estamos ante casos evidentes de violencia de género implica edulcorar el hecho. Implica incluso dotarlo de cierta legitimidad, ya que a nadie se le escapa que el concepto de ‘amor’ tiene connotaciones positivas”.
El autor del reportaje, Alfonso Congostrina, colaborador de EL PAÍS y experto en sucesos, lamenta enormemente su error. En el correo que me ha enviado explica que quería reflejar en el título “el patrón delincuencial que seguía Laso, y que era siempre el mismo. Cada vez que se enamoraba y comenzaba una nueva relación extramatrimonial consideraba a su esposa y a parte de sus familiares un lastre, y se los quitaba de en medio asesinándolos. Vistas las quejas, es evidente que no he sabido explicarme y que el titular no debe ser el correcto. Dicho esto, me gustaría dejar muy claro que en ningún momento se ha intentado justificar al asesino, ni se ha adornado de un falso romanticismo una dura historia de crímenes. No he tenido en cuenta al titular la connotación positiva de la palabra amor. Sin duda, no ha sido el titular más acertado aunque tampoco creo que merezca una única interpretación que lleve a pensar que se esté justificando lo injustificable, mucho menos si hablamos de violencia de género”.
Es cierto que el texto no adorna esta terrible historia con romanticismos de ningún tipo. E incluso, es contradictorio con el titular porque, lejos de ser el nuevo amor que llegaba a su vida el móvil de los crímenes de Laso, se nos dice que mató a su primera esposa —que había descubierto su infidelidad y quería divorciarse— para ahorrarse la pensión alimentaria que hubiera tenido que pagarle. El dinero aparece también como móvil del asesinato del hijo de ambos, camuflado como un accidente de coche, lo que permitió a Laso cobrar una sustanciosa indemnización.
No creo que sea Congostrina el principal responsable de este desaguisado. Él eligió un titular equivocado, pero cabe preguntarse por qué no lo corrigió nadie antes de que se publicara. Francesc Valls, subdirector de EL PAÍS de Barcelona, acepta su responsabilidad. “Fue un error por mi parte que el término amor figurara en el título. Es evidente que el psicópata Ramon Laso no mataba por amor y que tal titular resultaba especialmente desafortunado en un verano salpicado por la violencia de género. Creo que interpreté erróneamente el hecho de que al figurar el término psicópata y el término asesino en el título se contextualizaba la idea de amor de Laso”.
Evidentemente no era así.
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