Un país a su medida

Con corbata o sin corbata. Rasurados o con barba. Trajeados o informales. Con la mirada perdida o en un punto fijo. Con pasos titubeantes o decididos. Inmovilistas o revolucionarios. Los unos y los otros. Los opuestos. Cada uno se sitúa a un lado o al otro, tensando el equilibrio, sumando promesas, argumentos y razones de peso para que la balanza se incline a su favor. Todos se presentan con un pan bajo el brazo, pero, hasta ahí todo es jauja. Después llega la hora de la verdad. Esa en la que hay que tomar decisiones, buscar soluciones y afrontar los problemas. Es en ese preciso instante en el que unos y otros se dan cuenta de que no hay pan para todos. Partiendo de esta premisa, los dirigentes de turno comienzan a gobernar y los programas se guardan en un cajón, a la espera de tiempos mejores. Un parche por aquí, otro por allá, medidas para salir del paso. Por el camino les da tiempo a cambiar las leyes hasta que, poco a poco, construyen un país a su medida, como si España fuera el patio de su casa que es particular. Alguien debería advertirles que España es de las personas que habitan en ella, sean partidarios de unos o de otros.— Antonio Soto Bermúdez.