Señorío
Han despedido a Casillas, el ejemplar portero del Real Madrid y de la selección de fútbol nacional
Escuché una vez a Gonzalo Torrente Ballester decir en una entrevista, respondiendo a la pregunta de qué palabra del español le gustaba menos (antes había contestado a la de cuál le gustaba más, que ya no recuerdo), que tenía serias dudas entre entrañable y calzoncillo. A mí me sucede igual, pero con señorío y chorizo, una por su significado y otra por su significante, que también tiene su importancia, como bien saben los filólogos.
Viene esto a cuento del modo en el que han despedido a Casillas, el ejemplar portero del Real Madrid y de la selección de fútbol nacional, de su club de toda la vida, un equipo que presume de señor,esto es, de elegancia aristocrática y estilo. Dime de qué presumes y te diré de qué careces reza el refrán y a fe que se cumple en este caso, pues el ejemplo de Casillas no es el primero en el que el Real Madrid demuestra la falta de señorío del que hace gala siempre que tiene oportunidad.
Ver al portero al que los aficionados del Real Madrid llamaban El Santo por su capacidad para detener balones que otros porteros ni hubieran visto llegar y que recibió todos los elogios y los trofeos posibles en su carrera despedirse del club en el que empezó a jugar con 10 años solo y por la puerta falsa (¡qué distinta su imagen de la de su amigo Xavi, del Barcelona, que lo hizo en medio de una gran fiesta!) inducen a pensar que el señorío es una palabra hueca o que a su presidente se le olvidó su significado. Como antiguamente el Barcelona, el sempiterno adversario del Real Madrid, éste intenta compensar su coyuntural desventaja futbolística (culpa de Messi, no de Casillas) comprando futbolistas a precio de oro y despidiéndolos, cuando se cansa de ellos, como si fueran simple mercancía.
Sentado que todos los equipos son iguales, maquinarias de generar dinero (o de perderlo, los clubes pequeños) y plataformas de promoción política o personal de personajes con ambición (¿quién no se acuerda de Jesús Gil, de Josep Lluis Núñez, de Julio César Lendoiro, de José María del Nido?) pese a lo que piensen sus aficionados, lo que resulta evidente es que el Real Madrid destaca últimamente por su antiejemplaridad tanto en los campos de juego como en sus aledaños. Que un personaje como Mourinho, ese psicópata que cobra como entrenador de fútbol (¿o es al revés?), continúe siendo aclamado en el Bernabéu después de arrasar el club mientras Casillas es despedido, como antes lo fueron Del Bosque o Raúl, sin ni siquiera un acto de homenaje dice mucho del señorío quienes llevan el club. Menos mal que les queda Pepe para defenderlo.
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