El urbanismo adaptativo: iniciativas temporales para locales vacíos
Por Jorge Arévalo Martín (*)
Situada a 160 kilómetros al norte de Sídney (Australia) se halla Newcastle, la sexta ciudad más grande del país y una de las más visitadas por los aventureros para practicar surf, ala delta o parapente. Sin embargo Newcastle no solo es referencia para el universo de los deportes extremos. A ojos del mundo, la ciudad también se ha convertido en la capital del llamado urbanismo adaptativo o urbanismo del mientras tanto.
Todo comenzó en 2008, cuando el productor y guionista de televisión Marcus Westbury encontró la solución a la obsesión que había estado teniendo sobre qué hacer con los múltiples edificios vacíos localizados en Newcastle. Se le ocurrió que una forma de darles vida consistiría en que alojaran iniciativas culturales, sociales e incluso empresariales hasta que dieran con el uso definitivo. Así, un local comercial vacío podía alojar la exposición de una asociación de Newcastle hasta que un comerciante se interesara en este para montar un negocio.
El proyecto, conocido como Renew Newcastle (Renovar Newcastle, en español), fue todo un éxito. De los 150 espacios vacíos localizados en la ciudad, más de 70 iniciativas culturales y proyectos empresariales nacieron en el interior de dichos locales, convirtiendo a la urbe en un punto de referencia cultural en Australia.
La idea de Westbury llevaba todas las de ganar ya que, con las iniciativas que emprendedores y asociaciones culturales y de vecinos pretendían desarrollar en los locales abandonados, los dueños de tales espacios se ahorraban los costes de mantenimiento y seguridad. Eran los nuevos inquilinos los que asumían las facturas del agua y la luz, además del seguro.
Pronto el proyecto se extendió a otras ciudades del país. Las ventajas del llamado 'meanwhile urbanism' (el urbanismo del mientras tanto, en español) traspasaron incluso fronteras, llegando a otras ciudades del norte de Europa, Holanda y Reino Unido.
Un urbanismo que también ha aterrizado en nuestro país. Sirvan de ejemplos el caso de Barcelona -la ciudad condal cuenta con una guía donde informa a todos los interesados e interesadas sobre los pasos que han de dar para ocupar un local vacío de forma temporal, y un banco de experiencias con todos esos posibles usos-; el de Madrid -ciudad donde se encuentran algunas de las iniciativas para la reactivación de edificios vacíos que recoge el colectivo Todo por la Praxis en el archivo TAZ (Temporary Autonomous Zone, zona autónoma temporal en inglés)-.
Pero la lista no acaba aquí, ya que este “urbanismo del mientras tanto” está presente en otras localidades como San Sebastián: hace dos años, el Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera impulsó Transïtoak, un proyecto de urbanismo adaptativo que nacía para reflexionar sobre el uso que ciudadanos y ciudadanas le dan a los espacios de una ciudad a través de una serie de iniciativas.
Durante este proyecto, el colectivo Paisaje Transversal se encargó de desarrollar #EgiaMapa, la iniciativa con la que se localizó los espacios vacíos de Egia, uno de los barrios que componen San Sebastián. Una vez detectados los locales abandonados, se elaboró un catálogo y una herramienta que sirviera precisamente para darles un uso temporal.
La herramienta, conocida con el nombre de Protocolos para la Activación de Espacios, consiste en una guía que muestra a los vecinos de forma clara y breve los pasos que han de seguir para obtener el local en función de sus necesidades y la actividad a realizar. La guía la forman cuatro protocolos: el Protocolo de Locales Comerciales, el Protocolo de Locales Municipales, el Protocolo de Espacio Público Peatonal y el Protocolo de Espacio Público Rodado.
Así, si resulta que el interesado es una entidad que busca un espacio para una actividad profesional, deberá mirar el Protocolo de Locales Comerciales, o si es una persona que busca un lugar en el que realizar una actividad no profesional (por ejemplo, un taller cultural) tendrá que centrarse en el Protocolo de Espacio Público o en el Protocolo de Locales Municipales.
Esta labor de identificar los espacios vacíos del barrio de Egia o el apoyo a los vecinos y vecinas para que puedan utilizarlos mientras se busca un uso definitivo son planteamientos que forman parte de la metodología del urbanismo adaptativo o del mientras tanto que Westbury impulsó en 2008 en Newcastle y que hoy en día siguen más colectivos en países como Nueva Zelanda, Canadá o Dinamarca.
Los vecinos y vecinas de Egia ya se están sirviendo de los protocolos para organizar conciertos y exposiciones o instalar mercadillos en las plazas de Haundí e Iruresoro. Sin embargo, el urbanismo adaptativo aún no ha llegado a los locales comerciales privados. La idea de Westbury ha funcionado en medio mundo. ¿Por qué no habría de triunfar también en un barrio donostiarra?
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