En el corazón de Chanel
Douglas Kirkland inmortalizó en una serie de imágenes publicadas por primera vez en el libro 'Coco Chanel: Three weeks 1962' el renacimiento en el mundo de la moda de la diseñadora
En el verano de 1962 Douglas Kirkland un joven fotógrafo canadiense viaja hasta Paris por encargo de la revista Look para fotografiar la colección que prepara la diseñadora Coco Chanel. La creadora está a punto de cumplir 79 años y vuelve a gozar del respeto de las editoras de moda después de los “años de penitencia” de la posguerra.
Durante cerca de tres semanas Kirkland registra con su cámara la geografía íntima de la diseñadora: El centro de operaciones de la Rue Cambon, la suite del Hotel Ritz, el segundo hogar de la diseñadora, y hasta tienen tiempo de realizar juntos una escapada a Versalles. Chanel le invita a cenar en los mejores restaurantes de la ciudad y hasta le guía sobre el uso de los cubiertos en la mesa. Un encuentro que comenzaba con recelos y acabará en un flechazo total. Todo ese material, parte del cual ya se había editado, ha sido reunido en el libro Coco Chanel: Three weeks 1962 (Glitterati) junto a otras imágenes que permanecían inéditas. Como ha recordado Kirkland con motivo de la presentación “me sentía un poco atemorizado delante de aquella pequeña mujer que continuaba manteniendo ese estilo impecable, llena de energía y siempre erguida como si fuera una bailarina”.
Las históricas imágenes de Kirkland inmortalizan el icono de la moda con su pequeño sombrero de paja, el clásico tailleur y el eterno cigarrillo colgando de sus labios. A principios de los años sesenta la casa Chanel vive su renacimiento en el mundo de la moda. Los tiempos del boato del new look han quedado atrás y la silueta Chanel, ese ejercicio de elegancia y libertad para la mujer, había vuelto a conquistar los salones de moda.
El toque Chanel está detrás de la transformación de una rolliza Romy Schneider que acaba de colgar los miriñaques de Sissí para convertirse en una joven dama chic en su debut a las órdenes de Luchino Visconti. Chanel también ha colaborado en el hechizo de las imágenes de la película El año pasado en Marienbad (Alain Resnais, 1961) con su deslumbrante vestuario para la protagonista Delphine Seyrig. Después de ese primer encuentro intimidatorio la diseñadora le da luz verde para fotografiar con total libertad. A diferencia de otros creadores que guardan celosamente su colección, Kirkland se sumerge en la trastienda de la casa de moda. “Todavía no sé porque lo hizo, quizás mis inseguridades sobre la moda le hizo recordar las que ella tenía cuando era niña”.
Kirkland ha vuelto a evocar su fascinación delante de aquella mujer -que ya comienza a tener problemas de artritis- “esculpiendo magistralmente con sus manos una solapa o el hombro de una chaqueta”. Durante tres semanas Douglas Kirkland captó en total intimidad a la mujer que había transformado la silueta femenina del siglo XX, el mito de la moda y el estilo que seguía dando muestras de su verbo vitriólico. Ante la emergencia del nuevo delfín de la moda, Yves Saint Laurent declara: “Tiene un gusto excelente. Cuanto más me copia, mejor gusto tiene”. En medio de la sesión fotográfica llega la noticia de la muerte de Marilyn Monroe, la estrella que había hecho del perfume Chanel nº 5 la mejor arma de seducción. De los labios de la diseñadora solo sale un comentario: “Pobre”. Desde entonces, el nombre de Chanel comenzaba a escribir otra leyenda.
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