El auténtico diálogo
Tras las elecciones del pasado 24 de mayo, el diálogo se ha convertido en el punto de coincidencia invocado y en el procedimiento propuesto por los líderes y los portavoces de los partidos políticos para conformar Gobiernos decentes y estables, fiables y eficaces, en comunidades autónomas y Ayuntamientos. Hace años, publicó Laín Entralgo un texto en que mostraba su preocupación por la situación histórica y humana de nuestro país y dedicaba las últimas páginas de su escrito a explicar las condiciones del auténtico diálogo político: sinceridad de los dialogantes, libertad reglada y suficiente, respeto a la opinión y a la persona del otro, mínima capacidad de expresión, clara conciencia del límite irrebasable. Con estos requisitos, el intercambio de pareceres sobre uno u otro problema merecerá el nombre de diálogo; sin ellos, acaso no pase de ser farsa convenida. ¿Acaso no sería conveniente tratar de mantener en la actualidad esas indispensables exigencias mutuas para un dialogar que intenta alcanzar un proyecto humano compartido?— José Antonio Martínez Martínez.
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