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La cábala entra en Buckingham Palace

Las princesas Beatriz y Eugenia de York siguen la misma fe que ha popularizado Madonna

Las princesas Beatriz (izquierda) y Eugenia de York, junto a su padre Andrés y su primo Guillermo.
Las princesas Beatriz (izquierda) y Eugenia de York, junto a su padre Andrés y su primo Guillermo. getty

La sangre azul no es inmune a las pseudorreligiones. Y la culpa, parece, es de Madonna. Hace casi una década que la artista se embarcó en un viaje espiritual envuelto en el secretismo llamado cábala. Esta disciplina de corte esotérico, enraizada en el judaísmo y que también se apoya en la astrología, encontró en la cantante a su mejor embajadora. Ella la propagó entre sus amigos famosos y creó curiosidad en el ciudadano de a pie, contribuyendo así a la multiplicación planetaria de los centros de cábala, que nacieron en Estados Unidos en los años sesenta de la mano de un rabino reconvertido en vendedor de seguros puerta a puerta llamado Philip Berg.

Tal es hoy el alcance de esta escuela que incluso algunos miembros de la familia real británica se habrían entregado a ella con devoción. Esa es la sorprendente afirmación hecha esta semana por Marcus Weston, un profesor británico de cábala que durante una entrevista en el diario británico The Times se atrevió a afirmar que varios inquilinos del palacio de Buckingham "han firmado contratos de confidencialidad" para ahondar en esta filosofía de corte espiritual.

Más de 1.000 alumnos acuden cada semana al Centro de Cábala de Londres, algo impensable hace sólo una década, según Weston, un exbróker que asegura que cuando él empezó a interesarse por la cábala a menudo era el único alumno. Entre quien se especula que habría recibido clases están la princesa Beatriz y la princesa Eugenia, hijas del duque y la duquesa de York. Ambas han sido vistas con la característica pulsera roja que visten todos los cabalistas, aunque en ambos casos -una vez en Wimbledon y otra en Australia- se negó que las pulseras tuvieran relación con la cábala y fueron descritas como "regalos de amigos". Inquirido sobre si la Reina de Inglaterra también está interesada en el tema Weston respondió:"No puedo contestarle". Pero The Times insinúa que sí al señalar que Weston "con una sonrisa añadió que ella es maravillosa".

La cantante Kylie Minogue.
La cantante Kylie Minogue.getty

Igual que entre amigos se corre la voz sobre un buen restaurante, un buen libro o un buen colegio, si tus amigos se llaman Gwyneth Paltrow, Britney Spears, Harry Styles o Demi Moore también les cuentas las cosas que han contribuido a enriquecer tu vida. Y aparentemente la de Madonna ha mejorado mucho gracias a la cábala, a la que se aficionó tras el nacimiento de su hija Lourdes en 1996. Desde entonces no ha dudado en ejercer como embajadora, donar millones de dólares a la causa y captar nuevos adeptos entre su círculo más cercano. Además de los famosos mencionados, entre los estudiantes más devotos están Winona Ryder, Courtney Love, Kylie Minogue, Lindsay Lohan y hasta Charlize Theron, aunque ahora que su pareja es Sean Penn, uno de los cínicos y descreídos más célebres de Hollywood, es difícil predecir si será capaz de mantener la fe.

El Centro de Cábala de Beverly Hills se construyó precisamente con la ayuda económica de Madonna, quien también ha contribuido al que se construirá próximamente en el centro de Londres. Ambos rivalizan, hasta cierto punto, con los centros dedicados a la Cienciología, otra pseudorreligión que también atrae a los famosos -su principal defensor público es Tom Cruise- y que exige a sus creyentes pagar ingentes cantidades de dinero para tener acceso a sus enseñanzas. Cuánto más dinero, mayor acceso. No es casualidad que Philip Berg, el fundador de los centros de cábala, falleciera en 2013 con una fortuna de millones de dólares, y eso que sus escuelas tienen estatus fiscal de ONG. Baste como ejemplo de sus ingresos potenciales el precio de la pulsera roja que utilizan sus cientos de miles de seguidores: 24 euros, o el incienso, de 16, o el calendario, de 23; por no hablar del libro sagrado de la cábala, a 234 euros, o cuentos infantiles leídos por la propia Madonna, a 15.

Hace años los Centros de Cábala también fueron polémicos porque vendían agua con "cualidades curativas" que afirmaban haber eliminado la radioactividad de Chernobyl. "Lo cierto es que el agua no va a curar. Pero ¿puede tener un efecto positivo en la salud? Estoy convencido de que sí" asegura Weston. El agua, afirma, se vendía para recaudar dinero. "Unos venden gorras de béisbol, otros bolígrafos. Lo importante es mantener abierta una gran organización benéfica".

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