Papas canarias, ese tesoro…
¿Cuándo podremos disfrutar en la Península de las papas canarias? Toda la culpa es de la polilla guatemalteca que llegó a las islas en 1999, una mariposa (tecia solanivora povolny) que ataca a los tubérculos. Afortunadamente, el Cabildo y la Universidad de La Laguna ya disponen del tratamiento, solo falta que el Ministerio lo homologue. A finales de este año es posible que podamos remitir partidas. Es extraño porque en Canarias nunca entraron ni la filoxera de la vid ni el escarabajo de la patata.
Las Papas Antiguas de Canarias , desiguales y con hendiduras, me recuerdan a las nativas andinas, nada que ver con otras lustrosas europeas y españolas. Las primeras en llegar procedían de zonas altas de Perú y Colombia, tubérculos de fotoperiodos de días cortos. En el continente europeo se aclimataron variedades de fotoperiodos de días largos y durante el proceso modificaron su morfología.
Las que llamamos papas antiguas son un legado fitogenético que han preservado generaciones de campesinos canarios, un milagro porque las más productivas tienden a arrinconar a las tradicionales. Son cultivos poco rentables que exigen la ayuda de mulos en terrenos escarpados a partir de 500 metros de altitud, desde la Orotova, hasta Vilaflor a 1.400 metros en las faldas del Teide. Es lógico que sean caras.
¿Y las famosas papas Michel Jackson, de piel más clara que las negras que he visto en 2006 a 12 euros el kilo? Se trata de un apodo guasón, aunque genéticamente son negras presentan una piel aclarada como la del cantante fallecido, pero no son híbridas como se dice. De todas las papas oro el 5% se recolecta con la piel blanquecina. Depende de la climatología, a más calor y más sequía pieles más claras.
¿Qué variedades andinas perviven en Canarias? En Tenerife 16 con el ADN en regla según los marcadores de bromatología. Corresponden a las familias de las bonitas, azucenas, coloradas y terrenta. La negra oro, la más cara, es “solanum x chaucha” no es de la misma especie que las otras.
Durante la visita al mercado Domingo Ríos me abrumaba bombardeándome con datos. Tantos que me resultaba imposible ordenarlos. Muchas de sus referencias históricas coincidían con las descritas en el interesante Museo de las patatas fritas de Brujas (Bélgica), centro didáctico que relata el encuentro de los españoles con las papas y los itinerarios que siguieron hasta Europa. A España, puerta de entrada, habrían llegadoa través deCanarias hasta el puerto de Sevilla a mediados del XVI y desde nuestro país hasta los Países Bajos.
Según los historiadores del Museo, en 1567 un tal Juan de Molina habría enviado desde Gran Canaria hasta Amberes tres barriles a su hermano Luis de Quesada con naranjas, limones y papas.
El recorrido que siguieron desde tierras andinas es tan disperso como fascinante, los rastros se pierden a cada paso. ¿Por qué en la Península las llamamos patatasen lugar depapas, voz de origen quechua? Sobre este asunto debatí con mi amigo el periodista canario José Carlos Marrero.
Al regresar de su primer viaje, el 15 de marzo de1493, Cristóbal Colón llega con un tubérculo dulzón, la batata, procedente de Haití, que tuvo gran aceptación entre la sociedad de la época. Casi medio siglo después los galeones españoles desembarcan las primeras papas andinas carentes de interés gastronómico, solo como alimento para el ganado, cárceles y casas de misericordia. A finales del XVI los españoles se inventan una nueva palabra, y comienzan a denominar patatas a las batatas, sustituyendo la “b” por la “p” en un ejercicio de confusión fonética.
“Canarias en la Península se asocia con los plátanos” me comentaba Domingo Ríos al despedirnos. “Sin embargo, nuestro verdadero tesoro son las papas, empezando por las antiguas, más relevantes incluso que nuestros pescados y quesos, también magníficos”
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