Nuestro futuro
No hay nada que indique que los votantes españoles van a hacer lo mismo que los ingleses
Hace casi tres años, Inglaterra sorprendió al mundo con una ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos realmente impresionante. Hay que reconocer que los ingleses tienen muchas cosas de las que enorgullecerse con razón. Entre otras, The Beatles. Pero en aquella celebración, por encima de todo estaba el National Health Service (NHS), que resumía de forma nada exagerada las razones por las que un súbdito de la Corona podía ufanarse de pertenecer al Reino Unido. Además, haber seleccionado el NHS como motivo central de la ceremonia demostraba una capacidad de desvergüenza, de cinismo, difícil de igualar.
Desde los años ochenta, el NHS británico no ha parado de deteriorarse junto con otros servicios públicos de las islas, como el sistema educativo o la red de transporte público.
Hace unos días, los británicos han elegido un nuevo Parlamento. Y le han dado la mayoría escandalosa de los votos al Partido Conservador de David Cameron. Una victoria que se asienta sobre el crecimiento de la desigualdad y el deterioro de la cosa pública. Ha triunfado la ideología de los trileros de la City, dispuestos a alterar tipos de interés en un pub, frente a la de los ahorradores que dan su potencia a los bancos.
Ante este resultado, nuestros conservadores no han podido reprimir su satisfacción, y lanzan ya las campanas al vuelo celebrando la próxima victoria en noviembre. Si han hecho las mismas políticas de desarbolamiento de la sanidad, ¿por qué los españoles no van a manifestarse igual que los ingleses? ¿Por qué no van a mostrarse entusiasmados ante una pérdida de calidad como esa?
Están eufóricos. Y hay que preguntarse por qué. Es cierto que tienen algunas razones históricas, como, por ejemplo, que Esperanza Aguirre siga liderando las encuestas en Madrid. Los españoles tienen mucho de masoquistas.
Pero yo creo que ahí se acaba la relación. No hay, si hablamos en serio, nada que indique que los españoles van a hacer lo mismo que los ingleses.
Ya habría sido bueno eso en el pasado. Por ejemplo, los ingleses decidieron oponerse a Hitler cuando tocó hacerlo. Ahora les toca a los españoles oponerse al final de la sanidad pública.
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