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Tentaciones
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Tocar canciones viejas suena fatal

Mismo nombre, distinto proyecto. Richard H. Kirk retoma en solitario Cabaret Voltaire, el trío que revolucionó la electrónica de los últimos setenta. Pero que nadie espere 'revivals' en el concierto que ofrecerá hoy en el festival L.E.V.

Abraham Rivera

Cuatro décadas de música dan para mucho. En el caso de Richard H. Kirk, han servido para hacerse con el título de persona más ocupada del techno. Al artista británico le ha dado tiempo, como aquel que dice, a ir y volver unas cuantas veces desde que a comienzos de la década de los setenta le diera por fundar Cabaret Voltaire junto a Stephen Mallinder y Chris Watson. Impulsor de la primera música industrial en su Sheffield natal, investigador de las diferentes derivaciones del dub jamaicano, principal difusor de la relación entre ritmos africanos y electrónica, creador de los primeros experimentos en torno al acid y el house o coleccionista de más de veinte pseudónimos diferentes, entre ellos Sandoz, Sweet Exorcist o Electronic Eye. Su figura es una de las más prominentes de la electrónica contemporánea, acumulando discos imprescindibles como Red Mecca (1981) Disposable Half-Truths (1984), C.C.C.D. (1991), Virtual State (1994) o Chant to Jah (1998).

Pero, si bien la producción de Kirk nunca ha parado, en estos últimos diez años su impacto y visibilidad han sido mucho menores. Quizá así se explique la vuelta del nombre Cabaret Voltaire. “Al comienzo éramos tres personas. Chris Watson dejó el grupo en 1981 y Stephen Mallinder se fue en 1993, dejándome con la opción de continuar como yo considerase mejor. Cabaret Voltaire ahora ya no es una banda, sino un proyecto artistico, donde las personalidades no son importantes”, se justifica Kirk tras haber retomado en solitario el nombre del grupo en, hasta el momento, dos conciertos. El primero tuvo lugar el año pasado en el festival Atonal de Berlín y el segundo se celebrará hoy viernes en Gijón, dentro del IX Festival de Creación Audiovisual, más conocido popularmente como L.E.V.

Su nueva propuesta se aleja de las reuniones de grupos a las que estamos habituados. Kirk ya ha dejado claro que no le interesa la revisión de viejas canciones: “Uno de mis artistas favoritos de todos los tiempos, Miles Davis, nunca tocaba material antiguo en vivo. Se fue adaptando a los nuevos cambios musicales que iban sucediendo. Siento lo mismo. No quiero tocar música que escribí hace treinta años o más. Nunca podría ser tan buena como lo fue en aquellos tiempos”, explica vía mail.

En este nuevo directo los elementos visuales, como ya era habitual en las primeras encarnaciones de la formación, juegan un papel predominante. “Empecé a grabar en 1974, y siempre hice la mayor parte de los visuales para los directos de Cabaret Voltaire, primero utilicé películas normales y Super 8 para más tarde continuar con el vídeo. Así que lo que vengo haciendo actualmente es una continuación de aquello. He construido un gran archivo formado por material propio rodado en cine y vídeo, más todo tipo de películas que he ido atesorando a lo largo de 35 años”, cuenta. De hecho, no hay que olvidar que a partir de 1983 y desde su seminal sello, DoubleVision, publicaría algunos de los primeros vídeos donde se experimentaba con el sonido y la imagen: películas a cargo de Einstürzende Neubauten, Throbbing Gristle, Tuxedomoon o The Residents.

Kirk todavía conserva la primera cámara Super 8 que usó, heredada de su padre, un trabajador del metal también interesado en las radios de onda corta y que Cabaret Voltaire terminaría utilizando en sus primeras grabaciones, aquellas donde se privilegiaba el ruido por encima de la pista de baile y que aparecen en el recopilatorio Methodology ‘74/’78 The Attic Tapes (2003). Casualidad, o no, este mes se cumplen 40 años de su primer directo en una fiesta escolar. Un tiempo que ha permitido a este músico de 59 años retomar nuevamente el proyecto con el que comenzó y volver a los escenarios con una parte de su equipo analógico, renegando del uso del ordenador pero ajeno a otras nostalgias del pasado.

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Sobre la firma

Abraham Rivera
Escribe desde 2015 para EL PAÍS sobre gastronomía, buen beber, música y cultura. Antes ha sido comisario de diversos festivales, entre ellos Electrónica en Abril para La Casa Encendida, y ha colaborado con Museo Reina Sofía, CA2M y Matadero. También ha presentado el programa Retromanía, en Radio 3, durante una década.

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