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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Doble crisis

Rosa Díez contiene el riesgo de desbandada pero no de pérdida de influencia política

La crisis de UPyD es organizativa, pero también política. Organizativa porque pese a la victoria de Rosa Díez en el Consejo Político extraordinario del sábado pasado, que le permite ganar tiempo hasta las elecciones de mayo, ayer mismo dimitió de la dirección Luis de Velasco, hasta ahora portavoz del partido en la Asamblea de la Comunidad de Madrid, con lo que son ya nueve los miembros del Consejo de Dirección que han renunciado; si llegasen a 11 (la mitad más uno de los 21 que lo componen), la dirección tendría que disolverse, lo que llevaría a UPyD al borde de la extinción.

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Es también —sobre todo— política, porque la crisis organizativa es consecuencia de la opción del equipo que encabeza Rosa Díez por supeditar cualquier otra consideración a la permanencia del instrumento, el partido, evitando cualquier iniciativa de pacto que cuestionase su continuidad (y los equilibrios internos). Por ello, no es que UPyD haya perdido votos en Andalucía por la irrupción de Ciudadanos (C´s), sino que este partido ha irrumpido como fuerza nacional creíble por su actitud respecto a la búsqueda de un acuerdo con UPyD, en contraste con la resistencia de Rosa Díez, que ha empujado a muchos de sus votantes potenciales a dar el salto.

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Es una prueba más de que la desafección de la gente hacia los partidos guarda relación muchas veces con el hartazgo hacia las actitudes partidistas, incluso sectarias, entre ellos. En este caso, la búsqueda artificiosa de divergencias que la gente no acaba de ver y que se trasladan, magnificadas y a la vista de todos, a la pugna entre sectores del propio partido. Con el efecto de que seguramente muchos de los electores que han votado a C´s no lo habrían ya hecho a una coalición de los dos partidos. Lo que significa que sus dirigentes han metido a la militancia de UPyD en un callejón sin salida, o cuya salida requeriría una catarsis.

Aunque algunos argumentos empleados han sido deleznables (hemos hecho un partido como si esto fuera Dinamarca, dimitir sería lo más fácil, fallos tácticos y de comunicación), el acuerdo alcanzado en la reunión del sábado frena de momento el riesgo de desbandada, lo peor que podía pasar. Pero todo queda pendiente hasta las elecciones de mayo. No solo de los resultados de UPyD sino de su comparación con los que obtenga Ciudadanos. Con lo que la dependencia de lo que hagan los de Albert Rivera será mayor que nunca.

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