Seis formas de cubrirte el cuello y cuándo usarlas
Por frío. Por elegancia. Por el sublime placer de no llevar corbata. Nudos alternativos para ponerle freno a los tópicos en invierno
En el siglo XIX, George Brummell usaba al día tres cravats (ese rectángulo de tela, entre corbata y pañuelo) para que el que llevara siempre estuviera blanquísimo. Además, no era él, sino su mayordomo, quien se lo colocaba, en un ritual que reunía como espectador a lo más granado de Londres. Si cualquiera de nosotros hiciera algo parecido –por mucho que haya muchos que se deleiten en mostrarnos cómo se visten en sus cuentas de YouTube–, solo nos ganaríamos una avalancha de haters acusándonos de afectados insoportables. Por fácil que sea caer en lo cursi o en lo hortera, eso no debería desanimarnos a sacudir las aburridas convenciones de la moda masculina en lo que al cuello se refiere. Evaluamos algunas opciones:
Cuello de lechuguilla
Qué tiempos, el siglo XVI, cuando no existían las mallas de ‘running’. La ropa era digna y sobria, con un teatral cuello plegado en abanicos. Quedaba tan bien al óleo que, 500 años después, mejor disfrútelo en casa, a salvo de iphones, unfollows y fenómenos virales.
Corbata tejana
Así vestido, Bruce Springsteen lucía encantadoramente pasado de moda en la portada de Tunnel of love. No dude en intentarlo; solo le hace falta un cordón, un pasador de plata y una camisa de esmoquin no muy tiesa. Texas, hoy, es el nuevo Savile Row.
Bufanda libre
Muchos pecados se han cometido pensando que uno dominaba ese raro arte: anudarse indolentemente una bufanda por dentro de la chaqueta. Lo más injusto de todo es que no podemos enseñarle; hacerlo sin parecer Joaquín Torres se lleva en los genes.
Napoleón
Con los siglos se han perdido tantos tipos de corbata que sería imposible recordarlos. Sin embargo, este (una tira de tela negra cruzada por delante) ha pervivido en las mismas tiendas de ceremonia que sirven chaqués adamascados. ¡Rehabilítelo!
Cuello Brummell
Blanco y abundante, con un pequeñísimo nudo al frente, y de alguna manera, sencillo. El nudo de ‘cravat’ de George Brummell, si tan solo lográramos imitarlo, mandaría al infierno todas las corbatas estrechas de los últimos cinco años.
Pañuelo 'Playboy'
Ir de esta guisa es como gritarle al mundo: “¡Hola! Soy Philippe Junot en los años setenta”. Lo que pasa es que eso fue hace treinta años, con lo cual es lo mismo que decir: “¡Hola! Soy Arturo Fernández”. De verdad que no le hace falta, no lo haga.
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