Yo soy Charlie
¿Alguien se imagina una manifestación en París de miles de personas coreando gritos en favor de los terroristas islámicos que asesinaron brutalmente a los dibujantes del semanario satírico Charlie Hebdo y a los clientes del supermercado de comida judía? ¿Se imaginan que en esas manifestaciones se pidieran amnistía y medidas de gracia para los presos islamistas condenados por asesinato a sangre fría de políticos, fuerzas del orden, periodistas, empresarios, mujeres y niños, cometidos por islamistas radicales? ¿Quizá asesinar en nombre de Dios es terrorismo del malo, y hacerlo en nombre de la patria es patriotismo del bueno? Pues eso mismo ocurrió el sábado en Bilbao. En Francia, 17, y en España, casi 1.000 asesinados. No les vendría mal a los nacionalistas vascos, a todos, radicales y moderados, a estos más, una reflexión moral y ética sobre su comportamiento con la sociedad española durante los últimos 50 años de su historia.— Benjamín Mancebo Alcalde. Bilbao.
Después de los últimos acontecimientos ocurridos en París, es preocupante observar cómo a menudo las ideas y las personas más intolerantes sacralizan sus dogmas y sus dogmatismos e impiden la crítica y la reflexión, que va más allá de sus fronteras y sus concepciones de vida. Su umbral de molestia es tremendamente sensible cuando son ellos criticados, pero no tienen ningún problema en descalificar a todo aquel que no piense como ellos. Aunque no todas son iguales, cada religión defiende su verdad contra las otras posibles verdades. Y yo me pregunto: ¿quién respeta mi laicismo? ¿quién respeta mi libertad de expresión? ¿quién respeta mi eclecticismo? Las religiones ven ataque en la libertad de los demás cuando no comparten sus doctrinas, y tachan de infieles a todo el que no piensa y vive como ellos. No se dan cuenta de que nuestro laicismo es abierto y no entienden que lo más sagrado y venerado para nosotros es la libertad y la palabra. Cuánta falta hacen aún los Voltaire y compañía. Je suis Charlie.— Jorge Manrique. Madrid.
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