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INFORME OI | LA REALIDAD DE LA AYUDA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Tendremos que volver a plantar las tiendas de campaña?

Las acampadas por el 0,7% nos recuerdan un mensaje de lucha conjunta

Todavía recuerdo como si se tratara de ayer las imágenes de la Castellana de Madrid, de la Diagonal de Barcelona, así como de un sinfín de plazas de pueblos y ciudades de todo el Estado español abarrotadas de tiendas de campaña. Tiendas en las que durante intensas semanas del otoño de 1994 acamparon millares de personas para exigir al Gobierno que destinase el 0,7% de la riqueza que se genera en un año para fomentar el desarrollo de los pueblos más empobrecidos del planeta. Acampadas que fueron una universidad popular para las personas que tuvimos la suerte de participar en ellas, ya que allí aprendimos a organizarnos políticamente y a formarnos como ciudadanos y ciudadanas del mundo. Así, a través de las infinitas asambleas, debates, charlas y formaciones que se llevaron a cabo aprendimos a soñar juntas y empezamos a comprender cuáles eran (y son) las causas de las injusticias y de las desigualdades de nuestro mundo.

No en balde la campaña acabaría exigiendo el “0,7% y +”, puesto que se quería que la aportación solidaria gubernamental fuese de calidad; es decir, coherente con el resto de políticas que emanaban de la administración pública. Lamentablemente, esto no ha sucedido. En efecto, si observamos las políticas públicas que se han llevado a cabo a nivel internacional a lo largo de estos últimos años por parte de los distintos gobiernos centrales es fácil darse cuenta de que se han priorizado intereses comerciales y económicos por encima de las políticas de solidaridad. Ello incluso dentro de las propias políticas públicas de cooperación internacional, tal y como han venido denunciando de manera diáfana, año tras año, los informes de la Realidad de la Ayuda de los que ahora nos felicitamos por sus veinte años.

A pesar de ello, no sería muy aventurado afirmar que, a raíz de esas grandes movilizaciones ciudadanas, los gobiernos centrales, lentamente, se han visto obligados a generar un marco institucional desde el cual dotar de recursos humanos y económicos a lo que hasta entonces había sido una pobre gestión pública de cooperación internacional. Y ello sucedió no únicamente a nivel estatal, ya que el gran éxito de las acampadas favoreció principalmente la creación de la cooperación pública descentralizada. En realidad fueron los ayuntamientos, los cabildos, las diputaciones, los fondos de solidaridad y cooperación y las comunidades autónomas las administraciones que más atendieron ese clamor popular. Así, en pocos años muchas de ellas acabaron aportando el 0,7% de sus recursos propios a la solidaridad internacional, siendo cada vez más las que aportaron dicha cantidad (o superior) con un compromiso firme de mejorar la calidad de sus aportaciones.

Y ello fue así, en muy buena parte hasta que llegó la crisis económica. Crisis que ha servido como la gran excusa perfecta para desmantelar casi de un plumazo todo lo que se había ido tejiendo lentamente durante años, tal y como ha sucedido en tantos ámbitos. Por ello hoy, al igual que hace veinte años, es imperativo seguir exigiendo a nuestra clase política la necesidad de priorizar los recursos que se destinan a aquellas personas que más lo necesitan, también las que viven en nuestras sociedades, con el fin que todas podamos disponer de lo mínimo esencial para tener cubiertas las necesidades más básicas.

Aquellas acampadas, que pueden quedar lejos en la memoria pero siguen vivas en nuestras retinas, evidencian ese tópico, no por ello menos cierto, que nos recuerda que es cuando andamos juntos de la mano cuando las utopías pueden dejar de serlo. Es bueno tenerlo presente ahora que vivimos inmersos en una larga crisis económica y social que está vulnerando y dañando muchos de los derechos más fundamentales que considerábamos garantizados. Recordar aquellas acampadas en favor del 0,7% nos anima, de nuevo hoy, a seguir soñando juntos, ya que sabemos que es cierto que "cuando sueñas solo, todo queda en un sueño; pero cuando sueñas con los demás, el sueño se convierte en realidad".

Dani Gómez-Olivé i Casas es Ingeniero de Montes en Gestión del Medio Ambiente y Máster en Cooperación y Desarrollo por la Universitat de Barcelona. Ha sido investigador del Observatorio de la Deuda en la Globalización y autor de numerosos artículos y libros sobre deuda externa y cooperación internacional. Colaborador de la Realidad de la Ayuda.

Esta opinión ha sido recabada por Oxfam Intermón con motivo del 20 aniversario de la publicación del primer informe La realidad de la ayuda de la organización, así como de las movilizaciones en España por el 0,7 que reclamaban que los fondos destinados a países en desarrollo supusieran ese porcentaje del PIB.

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